Había pasado tiempo, mucho tiempo, tanto que era poco probable que se acordara de ella. Algunas veces la recordaba, muy de vez en cuando, solamente cuando encontraba por ahí algo que le recordara su aroma o su risa, o si alguien escribía y ponía la t ladeada hacia la izquierta o veía que alguien comenzaba a formar palabras con la sopa de letras (alguna vez le escribió una carta completa sobre la mesa, hasta utilizó letras de su plato, ese día no comieron sopa). Esos días se preguntaba qué sería de ella y de sus manías, la imaginaba con otro y, aunque no quisiera, esa imagen lo perturbaba, así que se esforzaba por imaginarla caminando por una calle, sola, observando el cielo o los edificios como solía hacerlo entonces. Esos días imaginaba que la encontraba de frente y la saludaba como si se hubieran visto el día anterior, como si nunca hubieran caminado por aceras distintas y tuvieran una hoja en blanco frente a ellos, entonces la invitaba a tomar algo y caminaban por la orilla del río y ella le contaba sus cosas y él le contaba que un día la encontraría de frente al doblar una esquina. Pero ese día, el día que la encontró justo al doblar la esquina, a él le dio cutupeto y solamente atinó a meterse en el rellano de una puerta, aguantó la respiración, sintió su corazón latiendo casi saliendo del pecho. La vio pasar con todo y su manía de no pisar la raya de las aceras.
5.1.10
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