26.6.09

Mañana

Mañana llega desde los meses, desde la nieve, desde la risa.
Mañana llega cargando su vida en una maleta.
Mañana estaremos ahí para abrazarla cuando baje del avión.
Mañana llega.

21.6.09

Ella crece

Está creciendo, eso es seguro.

Asistió a su primera fiesta. La primera vez que buscó qué ponerse, zapatos más altos, un poco de brillo, se veía linda. Se puso de acuerdo con sus amigas para llegar todas al mismo tiempo. Al parecer la fiesta se salió de control, festejaban el cumpleaños de una compañera del salón, y el fraccionamiento se vio invadido por adolescentes que no dudaron en posesionarse de cualquier espacio disponible. Ella no disfrutó la experiencia y optó por encerrarse con sus amigas en casa de la festejada. Me habló para pedirme que llegara por ella antes de lo acordado.

Al día siguiente, otra nueva experiencia: su primera marcha. Caminamos juntas por las calles, ya no hubo necesidad de enviarle mensajes compartiendo la emoción de ver esa columna blanca avanzando en silencio por las calles, no tuve que contarle cuántas personas se solidarizaban esperando un cambio, exigiéndolo. Invitó a dos amigas, hicieron sus propias pancartas y vistieron de blanco. Al principio, el trayecto les parecía largo pero una vez que vimos pasar a los padres que caminaban con las fotos de sus hijos pidiendo justicia, se sumaron a la marcha en silencio y caminaron de buena gana hasta la Plaza. Una vez ahí, escucharon a los padres y comieron elotes. Además, pusieron sus pancartas en las macetas del Palacio de Gobierno, esperando que las leyeran los funcionarios.

Ayer escuchó hablar a quien representaba a los papás de Ximena, vio sus fotos, supo que la pequeña luchaba por vivir. Hace unos momentos supimos que Ximena ha muerto, y sé que le dolió. Quedamos de llevar velas nuevas a la ofrenda de la Plaza Zubeldía mañana por la tarde.

9.6.09

Caminar en silencio




Esta ciudad está triste, los pájaros vuelan a un ritmo más lento, casi rozando el suelo. Nosotros caminamos y nos miramos. No sabemos si queremos avanzar o abrazarnos a un árbol, a un poste o a un niño, y llorar. Hasta el calor, que suele ser agresivo y abrasador, no sabe qué hacer, no sabe qué ser. Hace como hacemos todos en estos días: si hacer lo suyo o alejarse un poco; si hablar del clima o de su indignación; no sabe cómo dejar salir la tristeza y ha olvidado cómo llorar. Esta ciudad se acerca a los rincones, en silencio, la luna de estos días fue testigo.

Esta ciudad extraña a sus niños, persigue sus risas en cada globo que se eleva. A esta ciudad le faltan sus canciones, sus sueños; quiere escuchar sus palabras, y sólo hay silencio. Espera por esas palabras sinceras, de aceptación; palabras solidarias de reconocimiento, de culpa. Palabras que laven el dolor, que alejen la tristeza. Palabras que se transformen en viento, porque desde hace unos días, la tristeza se ha instalado en el cielo, en las nubes, en los ojos.

Mañana nos reuniremos para caminar en silencio, para acompañar a los padres, a los hermanos, a los amigos, para abrazarnos a un árbol y decirle cuánto extrañamos a sus niños. Mañana caminaremos para no olvidar, para recordar lo que éramos antes de ser fuego.

¿Y si desaparezco?


1.6.09

A mano

El cartero dejó en la puerta un sobre con mi nombre y dirección, escritos a mano. Normalmente, encuentro solamente recibos y estados de cuenta; hoy, no. Un sobre verde, pequeño, escrito a mano, con una postal en su interior. Dentro: un paisaje, también pintado a mano, el dibujo de un pequeño pueblo en las montañas, gente que vive un día cotidiano bajo un sol que brilla y sonríe en lo alto. Al reverso, una historia que lleva a otra, acompañando un saludo y un abrazo. Quise alcanzar al cartero para darle las gracias. Recibir algo así, hace que un día deje de ser sólo un día porque, de alguna manera, ese sol sonriente de los Alpes suizos también brilló aquí.

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