Ayer fui testigo del el momento preciso en que un tipo perdía a su esposa en una tienda de ropa. No, no se entienda mal, no me refiero a que no la encontraba sino a que no la volverá a encontrar. Se veía que ya habían recorrido varios pasillos, o varias tiendas, y no aparecía lo que estaban buscando. Así que él se adelantó un poco y cuando llegó a la sección de tallas extras, escuché que gritó: Acá está la ropa para gordas, busca aquí. Ella no dijo nada, pero por la forma en que lo miró supe que esa relación pasaba a mejor vida. Casi pude escuchar Mondúber como música de fondo.
21.6.10
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