Mi cuñado, exitoso ejecutivo de una compañía transnacional, viajaba en taxi rumbo al aeropuerto de Stuttgart después de haber concluido su trabajo en tierras alemanas. Él, simpático y dicharachero, platicaba muy animado con el taxista. Todo hubiera ido bien si no hubiera salido al tema la nacionalidad de mi cuñado. En cuanto pronunció la palabra “México”, el infame taxista detuvo el automóvil y le dijo: bájate de mi taxi. Lo dejó ahí, en la calle con todo y maleta., preguntándose por qué no se atrevió a escupir antes de bajarse.
30.4.09
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1 comentario:
jajajajaja de putamadre. un moco en la frente le hubiera puesto de perdida.
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