Él es serio. También es guapo.
Ella es seria. Linda.
Él la mira, la mira todo el tiempo desde su esquina, estratégicamente elegida.
Ella parece no notarlo.
Él la mira y decide hacer algo.
Ella parece no notarlo.
Él escribe una nota en una hoja de cuaderno, la arranca despacio para no hacer mucho ruido y la envía. Repentinamente, todo el salón se solidariza con su causa. La nota pasa de mano en mano en el más completo silencio.
Ella parece no notarlo.
Yo lo noto.
Él la mira.
Ella recibe la nota. Por alguna extraña razón no la abre, la guarda debajo del cuaderno.
Yo lo noto.
Todo el grupo espera.
Él decide escribir otra nota. La arranca despacio para no ser notado. La envía. La nota pasa de mano en mano.
Ella la recibe y la guarda debajo del cuaderno sin leerla.
Yo lo noto.
Todo el grupo espera.
Él escribe una nota más. No le importa el ruido que hace al arrancar la hoja. La envía. La nota pasa de mano en mano.
Yo lo noto. Me acerco y tomo el papel. Les digo que al finalizar la clase se los devuelvo y la guardo sin leerla.
Todo el grupo espera.
Él, cual camaleón, se torna color berenjena.
Ella, cual camaleón, se torna color toronja.
Yo lo noto.
La clase termina.
Ambos salen sin hablarse.
El grupo espera.
Yo me siento terriblemente culpable por interrumpir una historia de amor.
24.9.06
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