15.12.08

Mi amigo imaginario

Para ser producto de mi imaginación debo confesar que era un excelente conversador, tenía sus ideas y le gustaba compartir opiniones, nunca intentaba imponerlas, y lo mejor: sabía escuchar. Nunca supe cómo o dónde aprendió tanto, no hablaba sobre su pasado. Tal vez, antes de ser mi amigo imaginario lo fue de alguien que vivió en un país lejano, un periodista o un corresponsal de guerra, pues a veces, a mitad de una plática, me sorprendía con algún dato curioso y comentarios sobre las noticias del día.

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