4.12.08

Debo admitir que al principio me sentí un poco decepcionado. Cabía la posibilidad de haberme confundido, pensé que tal vez había entrado al espejo equivocado. Imposible, fue tan sencillo hacerlo. Primero atravesé el cristal con una mano, después asomé la cabeza y, sin pensarlo, me metí por completo. No hay nada al otro lado del espejo, sólo un espacio vacío y con poca luz. Intenté distinguir algún objeto, una sombra, no pude ver nada. Sentí frío, aquel espacio se encontraba vacío por completo. Deseé encontrarme con algo o con alguien, debería, al menos, poder escuchar sonidos de ese lugar, pero no, nada se movía, nada se escuchaba, no había nadie. Traté de ver hacia el otro lado, el que conocía, el mundo que creía conocer. Pude ver que alguien abría la puerta, la vi acercarse. Al otro lado: May. Quizá lo imaginé, pero podría jurar que saludaba, ahora creo que se despedía de mí. Parecía no importarle lo que estaba pasando, que yo la estuviera viendo desde el otro lado. Sacó algo como un pañuelo del bolso trasero de su pantalón. Entonces, ella, con mucha paciencia, borró mi reflejo del cristal.

2 comentarios:

uma dijo...

Hola! Quería pasar y decirte que hace un par de días encontré este blog y he disfrutado leyéndolo...
En cuanto a este post, no he leído a Mirakami, pero sospecho que pronto voy a hacerlo: tengo una amigo que habla de él a menudo y lo que citás acá es muy prometedor. Por otra parte, estoy de acuerdo: cuando las cosas se desmoronan no hay nada como la literatura.

mar adentro dijo...

Murakami es genial, va hacia dentro, despacito, es peligroso, parece que nada pasa cuando en realidad todo dentro de ti se está cimbrando.

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