29.6.07
21.6.07
Sin planear es mejor
Son los mejores días, los que no se planean, los que te asaltan de repente y sin pensarlo mucho, o nada, dices sí, está bien, vamos. Tenía mucho sin hacer algo así, ya lo extrañaba, lo necesitaba. Meterme al agua y salir de aquí. No pensar.
Recibo una llamada antes de las 8 de la mañana, venía de dejar a mis hijas en la escuela.
- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Además de ir a un taller por la mañana, no lo sé, ¿por?
- Voy a probar una cámara a la isla, ¿te animas?
(Pasaron unos 10 segundos en los que repasé mis responsabilidades del día y las comparé con mis ganas de tirarme al agua, algo que se estaba volviendo una necesidad imperiosa).
- Estoy pensando.
- El problema es que sólo tenemos cuatro tanques.
- Yo tengo dos tanques llenos del año pasado, espero que el aire esté bueno todavía.
- ¿Entonces?
- En media hora estoy ahí.
En la cocina dejé un recado para mis hijas: “Me fui a bucear, regreso en la noche”. Nunca lo había hecho, no suelo ser irresponsable, de verdad necesitaba meterme al agua, ellas lo entendieron, lo supe por el mensaje que dejaron en mi celular: “Qué padre que te fuiste a bucear, nos vemos más tarde”.
¿Cómo decirlo? Es el aire en la cara cuando te subes a la lancha y empieza a saltar sobre las olas, con eso bastaría, la sola brisa sería suficiente para sentirse bien, sin embargo, hay más. Es el sonido del agua cuando saltamos sobre ella, cuando ella salta sobre nosotros, es el sonido y la sensación del agua en la cara. Es el agua con la que juegas al romper la estela con los pies o las manos, cuando sientes cómo golpea y te hace cosquillas. Hay más, es el color del agua, es lo inmenso, es acercarse a la isla y seguir más allá, buscar un lugar, cuando hay tantos lugares, todos los lugares, quieres recorrer todo el espacio.
Fueron dos buceos geniales, no quería que se me notara la emoción pero creo que fue difícil ocultarla. Recordar algo que sabes hacer desde dentro de ti, que se ha vuelto parte de tu naturaleza y por eso no importa si hace un año que no te metes al agua, todo está bien, es como volver a casa. Ni siquiera sentí frío, claro, me metí en un traje, debajo del agua soy como la Barbie rosa, todo es rosa, mi traje, mi visor, mis aletas, todo...hasta los guantes, pero es una estrategia que funciona, eres fácil de identificar y si algo se pierde es fácil encontrarlo. Cuando menos funcionó esta vez con mi compañero que estaba más que distraído sacando callos y sólo regresaba de tiempo en tiempo para ver si todavía seguía ahí.
El resumen: una sonrisa inmensa. En la superficie vimos una ballena, fue genial, salió a respirar dos veces y lentamente se sumergió, como si quisiera que la disfrutáramos, vimos delfines y una caguama, tan cerca que pude ver el brillo en sus ojos y las formaciones sobre su caparazón. En el fondo, además de flotar, escuchar mi respiración, dar vueltas y ser muy feliz, vi langostas, peces juveniles (cuando están chiquitos son de colores brillantes, distintos a los que tendrá cuando sean adultos), vi muchos pulpos, cangrejos araña, un cangrejo ermitaño de los que cargan con un coral cuerno de venado (me encantan, tienen una relación genial), coral blando de muchos tipos y colores, es como un campo de flores, peces, muchos peces, busqué nudibranquios y caballitos de mar pero no encontré ninguno.
Si hay algo que disfruto hacer, es esto. De verdad me gusta, tanto que me olvido de todo lo que queda en la superficie, bajo el agua todo está bien. Es observar la vida, ser testigo de ella, es estar conmigo, es no temer a nada, a nada. Bajo el agua todo es armonía, suena cursi, pero es verdad. Cada elemento está ahí por un motivo y la naturaleza encuentra el camino para seguir. Cuando estoy ahí, bajo el agua, pienso que quizá la naturaleza encontrará el modo de salir adelante a pesar de nosotros, quizá nos sacuda un poco, quizá se deshaga de nosotros, quizá le estorbemos, es lo más seguro.
Lo mejor es que Silvia no pudo probar su cámara, hacía falta un accesorio, así que una vez que llegue, en dos semanas, repetiremos la experiencia.
Recibo una llamada antes de las 8 de la mañana, venía de dejar a mis hijas en la escuela.
- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Además de ir a un taller por la mañana, no lo sé, ¿por?
- Voy a probar una cámara a la isla, ¿te animas?
(Pasaron unos 10 segundos en los que repasé mis responsabilidades del día y las comparé con mis ganas de tirarme al agua, algo que se estaba volviendo una necesidad imperiosa).
- Estoy pensando.
- El problema es que sólo tenemos cuatro tanques.
- Yo tengo dos tanques llenos del año pasado, espero que el aire esté bueno todavía.
- ¿Entonces?
- En media hora estoy ahí.
En la cocina dejé un recado para mis hijas: “Me fui a bucear, regreso en la noche”. Nunca lo había hecho, no suelo ser irresponsable, de verdad necesitaba meterme al agua, ellas lo entendieron, lo supe por el mensaje que dejaron en mi celular: “Qué padre que te fuiste a bucear, nos vemos más tarde”.
¿Cómo decirlo? Es el aire en la cara cuando te subes a la lancha y empieza a saltar sobre las olas, con eso bastaría, la sola brisa sería suficiente para sentirse bien, sin embargo, hay más. Es el sonido del agua cuando saltamos sobre ella, cuando ella salta sobre nosotros, es el sonido y la sensación del agua en la cara. Es el agua con la que juegas al romper la estela con los pies o las manos, cuando sientes cómo golpea y te hace cosquillas. Hay más, es el color del agua, es lo inmenso, es acercarse a la isla y seguir más allá, buscar un lugar, cuando hay tantos lugares, todos los lugares, quieres recorrer todo el espacio.
Fueron dos buceos geniales, no quería que se me notara la emoción pero creo que fue difícil ocultarla. Recordar algo que sabes hacer desde dentro de ti, que se ha vuelto parte de tu naturaleza y por eso no importa si hace un año que no te metes al agua, todo está bien, es como volver a casa. Ni siquiera sentí frío, claro, me metí en un traje, debajo del agua soy como la Barbie rosa, todo es rosa, mi traje, mi visor, mis aletas, todo...hasta los guantes, pero es una estrategia que funciona, eres fácil de identificar y si algo se pierde es fácil encontrarlo. Cuando menos funcionó esta vez con mi compañero que estaba más que distraído sacando callos y sólo regresaba de tiempo en tiempo para ver si todavía seguía ahí.
El resumen: una sonrisa inmensa. En la superficie vimos una ballena, fue genial, salió a respirar dos veces y lentamente se sumergió, como si quisiera que la disfrutáramos, vimos delfines y una caguama, tan cerca que pude ver el brillo en sus ojos y las formaciones sobre su caparazón. En el fondo, además de flotar, escuchar mi respiración, dar vueltas y ser muy feliz, vi langostas, peces juveniles (cuando están chiquitos son de colores brillantes, distintos a los que tendrá cuando sean adultos), vi muchos pulpos, cangrejos araña, un cangrejo ermitaño de los que cargan con un coral cuerno de venado (me encantan, tienen una relación genial), coral blando de muchos tipos y colores, es como un campo de flores, peces, muchos peces, busqué nudibranquios y caballitos de mar pero no encontré ninguno.
Si hay algo que disfruto hacer, es esto. De verdad me gusta, tanto que me olvido de todo lo que queda en la superficie, bajo el agua todo está bien. Es observar la vida, ser testigo de ella, es estar conmigo, es no temer a nada, a nada. Bajo el agua todo es armonía, suena cursi, pero es verdad. Cada elemento está ahí por un motivo y la naturaleza encuentra el camino para seguir. Cuando estoy ahí, bajo el agua, pienso que quizá la naturaleza encontrará el modo de salir adelante a pesar de nosotros, quizá nos sacuda un poco, quizá se deshaga de nosotros, quizá le estorbemos, es lo más seguro.
Lo mejor es que Silvia no pudo probar su cámara, hacía falta un accesorio, así que una vez que llegue, en dos semanas, repetiremos la experiencia.
17.6.07
15.6.07
Es esta casa. Esta casa y el calor. Esta casa y el calor y los vecinos con patios abandonados y sucios llenos de tiliches con cañerías destapadas y bichos que salen de ellas.
Es esta casa.
Antes de vivir aquí nunca había tenido problemas con ratones ni ratas. Cuando era niña tuve una rata blanca, luego un cuyo y, años después, un hamster. Es distinto, ellos eran huéspedes. Desde que vivo aquí, cada verano es lo mismo. Fuera de la vecina gritona y el borracho despechado que escucha música de madrugada, éste suele ser un barrio tranquilo, pero llega el verano y todo cambia. De la nada oscura y terrible que son las cañerías surgen, caminan e invaden. Yo no puedo salir de noche al patio, es peor que si estuviera Freddy, con todo y playera de rayas, esperando por mí.
Tuve un encuentro con una enorme rata, no fue tan cercano, pero sí lo suficiente como para alcanzar a ver cómo se desplazaba dentro de ese pequeño patio que no sirve para nada. Alcancé a ver su tamaño, su color, su caminar lento junto a la pared. Supongo que no le gustó que saliera dispuesta a barrer y menos que echara agua y jabón. Decidió salir a buscar otro lugar más tranquilo. Fue entonces cuando la vi. Mi reacción fue entrar de nuevo a la casa, después de pegar un grito como de espíritu que está siendo exorcizado y cerrar la puerta inútil del patio inútil. Tomé algo de veneno y unas trampas pegajosas que guardo desde el último encuentro. Lo peor fue que al regresar vi que la puerta inútil del patio inútil estaba abierta, seguro en mi prisa por huir de ahí olvidé cerrar bien.
Es esta casa.
Antes de vivir aquí nunca había tenido problemas con ratones ni ratas. Cuando era niña tuve una rata blanca, luego un cuyo y, años después, un hamster. Es distinto, ellos eran huéspedes. Desde que vivo aquí, cada verano es lo mismo. Fuera de la vecina gritona y el borracho despechado que escucha música de madrugada, éste suele ser un barrio tranquilo, pero llega el verano y todo cambia. De la nada oscura y terrible que son las cañerías surgen, caminan e invaden. Yo no puedo salir de noche al patio, es peor que si estuviera Freddy, con todo y playera de rayas, esperando por mí.
Tuve un encuentro con una enorme rata, no fue tan cercano, pero sí lo suficiente como para alcanzar a ver cómo se desplazaba dentro de ese pequeño patio que no sirve para nada. Alcancé a ver su tamaño, su color, su caminar lento junto a la pared. Supongo que no le gustó que saliera dispuesta a barrer y menos que echara agua y jabón. Decidió salir a buscar otro lugar más tranquilo. Fue entonces cuando la vi. Mi reacción fue entrar de nuevo a la casa, después de pegar un grito como de espíritu que está siendo exorcizado y cerrar la puerta inútil del patio inútil. Tomé algo de veneno y unas trampas pegajosas que guardo desde el último encuentro. Lo peor fue que al regresar vi que la puerta inútil del patio inútil estaba abierta, seguro en mi prisa por huir de ahí olvidé cerrar bien.
Por eso ahora estoy aquí, sentada en mi cama, con la luz encendida. El exterminador dijo que no puede hacer nada y sólo se dignó a colocar unas bolitas azules por aquí y por allá. Y se fue, no hizo nada más. Lo peor fue cuando dijo que nunca sabría si la rata se murió porque el veneno la seca y, según él, el animal no despide olor a rata podrida. Lo bueno fue que no me cobró, seguro mi cara de angustia fue suficiente. Ahora pienso que puede haber una rata muerta en algún rincón de la casa. Yo que pensaba que al cerrar la puerta la rata se quedaría atrapada en ese patio inútil, pero no, ahora puede estar en cualquier lugar. Por el tamaño del animal sé que para estas horas ya lo hubiera visto si es que estuviera aquí. De cualquier forma no puedo dormir. Y odio mi casa y odio no poder hablarte y decirte que me ayudes a encontrarla y te deshagas de ella con ese pedazo de varilla que sólo servía para matar ratones y que seas un héroe y que esta casa vuelva a ser lo que era cuando era.
12.6.07
Cuando lo importante sí importa
Tiene 11, suele reír todo el tiempo.
Tiene respuestas prácticas y lógicas para casi cualquier situación.
Hace parecer como si lo importante fuera sencillo y fácil, porque así es.
Tiene, también, todo una colección de apretoncitos de mano para hacer que los problemas se alejen, cuando menos por ese segundo.
Hoy presentó, junto con todo su grupo, su proyecto final: Viviendo en Democracia.
Trabajó en él casi dos meses; lo viví con ella: anécdotas del proceso, investigación de conceptos, discusiones constantes, trabajo colaborativo, emoción por el avance.
Cuestionarse: ¿debo ser? ¿quiero ser? ¿debo decir?¿cómo decir? ¿cómo participar? ¿cómo incluir?...
Prepararon pequeñas obras teatrales para representar la democracia: todas fueron geniales.
Diversión: transformar el cuento en drama, memorizar sus líneas, preparar la escenografía, emoción por el éxito compartido.
Aplausos. Muchos aplausos.
Parecía ser una tarea sencilla:
Presentar el trabajo realizado: sí puedo.
Practicar, platicar, practicar, platicar.
Gran emoción disfrazada de calma.
El vestuario listo y doblado sobre su cama desde la noche anterior.
El despertador una hora antes.
Éxito total. Gran satisfacción.
Sonrisa amplia, muy amplia.
Ha dormido toda la tarde.
Tiene respuestas prácticas y lógicas para casi cualquier situación.
Hace parecer como si lo importante fuera sencillo y fácil, porque así es.
Tiene, también, todo una colección de apretoncitos de mano para hacer que los problemas se alejen, cuando menos por ese segundo.
Hoy presentó, junto con todo su grupo, su proyecto final: Viviendo en Democracia.
Trabajó en él casi dos meses; lo viví con ella: anécdotas del proceso, investigación de conceptos, discusiones constantes, trabajo colaborativo, emoción por el avance.
Cuestionarse: ¿debo ser? ¿quiero ser? ¿debo decir?¿cómo decir? ¿cómo participar? ¿cómo incluir?...
Prepararon pequeñas obras teatrales para representar la democracia: todas fueron geniales.
Diversión: transformar el cuento en drama, memorizar sus líneas, preparar la escenografía, emoción por el éxito compartido.
Aplausos. Muchos aplausos.
Parecía ser una tarea sencilla:
Presentar el trabajo realizado: sí puedo.
Practicar, platicar, practicar, platicar.
Gran emoción disfrazada de calma.
El vestuario listo y doblado sobre su cama desde la noche anterior.
El despertador una hora antes.
Éxito total. Gran satisfacción.
Sonrisa amplia, muy amplia.
Ha dormido toda la tarde.
La quiero.
(Sé que la foto es muy mala, pero dadas las circunstancias fue lo mejor que pude hacer. Hay otra foto, al final de la presentación, pero en ésta, está compartiendo su concepto, el que ella construyó. No importa si la foto es mala. Es el momento.)
8.6.07
Salades
Me pidieron que revisara una página Web. Ha sido divertido, muy divertido. Me senté en un escritorio, pasé toda la mañana y parte de la tarde leyendo el material. La mejor parte vino cuando terminé de leer y tenía todas las correcciones marcadas en papel. Tuve que sentarme con una chica de informática, muy amable, que sí le sabe al Dreamweaver, el problema fue convencerla de cada corrección. Después de dos horas, incómodamente sentada junto a ella me preguntaba si era absolutamente necesario perder el tiempo de esa forma: como era ella la que tenía el poder de teclear o no lo que yo le iba diciendo, cuestionaba todo, todo, todo. Era como estar haciendo un trabajo escolar por equipo, donde tú sabes lo que hay que escribir porque hiciste todo el trabajo, pero la dueña de la máquina no te la quiere prestar porque tiene miedo que le hagas algo, entonces ella, haciendo alarde de poder, cuestiona y escribe lo que le da la gana, y tú tienes ganas de levantarte e irte y dejarla que ella haga todo, pero sabes que si lo dejas en sus manos seguro meterá la pata. Finalmente, terminamos como a las 8 de la noche. Ahora en la mañana reviso la página y ¿qué encuentro?...¡hizo lo que le dio su gana! Puso los acentos que quiso, las palabras que mejor le parecieron, le valió...
Esta es sólo una parte de la interesante plática que tuvimos ahora:
Lorena: Nos falta corregir la sección de verduras.
Chica de informática: Ya la revisé, está correcta.
Lorena: Creo que todavía podemos hacer algunas correcciones.
Chica de informática: ...
Lorena: Por ejemplo, abre la pestaña de verduras, ahí...tomate...tomate salades
Chica de informática: ¿Qué tiene?
Lorena: Así no se dice, lo correcto es tomate saladette.
Chica de informática: Así lo he visto siempre, así lo escriben en todas las tiendas.
Lorena: Así es, pero no es correcto.
Chica de informática: Así se escribe.
Lorena: Así se dice aquí, pero no es correcto, es una deformación de la palabra.
Chica de informática:...(me mira con cara de ¿what?)
Lorena: Corrígela.
Chica de informática: Es que así está bien.
Lorena:...(¿?)
Chica de informática: Así lo he visto siempre.
Lorena: (&+*^¨Ç/$·”!”)
Chica de informática: Bueno, la cambio.
Lorena: =)
Chica de informática: Bueno, ya está. (con disgusto). ¿Qué sigue?
Lorena: Frijolito...
Chica de informática: Así se dice...
Esta es sólo una parte de la interesante plática que tuvimos ahora:
Lorena: Nos falta corregir la sección de verduras.
Chica de informática: Ya la revisé, está correcta.
Lorena: Creo que todavía podemos hacer algunas correcciones.
Chica de informática: ...
Lorena: Por ejemplo, abre la pestaña de verduras, ahí...tomate...tomate salades
Chica de informática: ¿Qué tiene?
Lorena: Así no se dice, lo correcto es tomate saladette.
Chica de informática: Así lo he visto siempre, así lo escriben en todas las tiendas.
Lorena: Así es, pero no es correcto.
Chica de informática: Así se escribe.
Lorena: Así se dice aquí, pero no es correcto, es una deformación de la palabra.
Chica de informática:...(me mira con cara de ¿what?)
Lorena: Corrígela.
Chica de informática: Es que así está bien.
Lorena:...(¿?)
Chica de informática: Así lo he visto siempre.
Lorena: (&+*^¨Ç/$·”!”)
Chica de informática: Bueno, la cambio.
Lorena: =)
Chica de informática: Bueno, ya está. (con disgusto). ¿Qué sigue?
Lorena: Frijolito...
Chica de informática: Así se dice...
Lorena: (plop!)
6.6.07
Here comes the rain again
Here comes the rain again
falling on my head like a memory
falling on my head like a new emotion
I want to walk in the open wind
I want to talk like lovers do
I want to dive into your ocean
is it raining with you.
.
Salí esta mañana y lo supe, fue la sensación al respirar o el aroma en el aire, o ambos, no lo sé, simplemente lo supe: viene la lluvia.
Algo dentro de mí dio un salto, como si fuera un sapito de esos que te guardas en la mano para enseñárselo a tu mamá o a un amigo, y ese salto me recordó cuánto me gusta la lluvia, y también me recordó que estoy viva, hacía tiempo que mi sapito no saltaba, seguro estaba guardado esperando la lluvia.
3.6.07
Caí, fui víctima de los intereses del mercado y la cultura popular (lo siento, Eva)
Sí, debo admitirlo, me tomé una foto con el Sub, la verdad-verdad es que no estaba en mis planes (ya no, hace todavía unos años hubiera sido la primera en formarme), no hice fila para que me firmara ningún libro (me sorprendió, firmó hasta el último papelito que le dieron, hasta la camisa de Omar, firmaba todo lo que le llevaban y se tomó fotografías con todos, todas la fotos que quisieran, es más, hasta aceptó participar en la última producción cinematrográfica de Eva y sus compañeros de Teoría Literaria: “El simulacro es verdadero”, creo que le hicieron repetir su línea como tres veces...jajaja).
La verdad fue que le pasé la cámara a Edith porque ella estaba más cerca de la mesa de lectura, tomó algunas fotos muy buenas de Ernesto Cardenal, el sub no es muy fotogénico, siempre le salen los ojos chuecos o cerrados, (tal vez por eso no se ha quitado la máscara), cuando terminó la lectura todos se abalanzaron sobre la Sombra, el homenaje era para Cardenal, pero lo dejaron irse sin firmar libros, ni autógrafos, ni camisetas, ni nada, el señor se fue muy bien escoltado. La lectura fue excelente, me da gusto haber estado ahí, escuchar a Cardenal leer sus textos, hablar de la revolución, vivir la revolución; me gustó ver al sub en su verdadera dimensión, su trabajo como escritor, promotor del próximo Encuentro Continental de los Pueblos Indios, su deseo de voltear al mundo al revés para que las cosas se ordenen de nuevo, éste que tenemos no está funcionando.
La verdad fue que le pasé la cámara a Edith porque ella estaba más cerca de la mesa de lectura, tomó algunas fotos muy buenas de Ernesto Cardenal, el sub no es muy fotogénico, siempre le salen los ojos chuecos o cerrados, (tal vez por eso no se ha quitado la máscara), cuando terminó la lectura todos se abalanzaron sobre la Sombra, el homenaje era para Cardenal, pero lo dejaron irse sin firmar libros, ni autógrafos, ni camisetas, ni nada, el señor se fue muy bien escoltado. La lectura fue excelente, me da gusto haber estado ahí, escuchar a Cardenal leer sus textos, hablar de la revolución, vivir la revolución; me gustó ver al sub en su verdadera dimensión, su trabajo como escritor, promotor del próximo Encuentro Continental de los Pueblos Indios, su deseo de voltear al mundo al revés para que las cosas se ordenen de nuevo, éste que tenemos no está funcionando.
Bueno, este post es para comentar que hay algunas personas a las que Edith les sacó fotos, no sé quienes son, pero si están ahí es porque querían una foto con el sub, y ahora las tengo yo. Si las quieren, si recuerdan haber sido fotografiados con el sub por Edith, nomás digan y les mando sus fotos, a los que conozco y tengo sus correos ya se las envié.
1.6.07
Horas de Mayo-Junio
Tengo varios años asistiendo al evento, ayer me preguntaba por qué lo sigo haciendo si siempre me queda el mismo sabor de boca. Reconozco la organización y la intención, son buenas, no está en ellos el problema, sino en la actitud de los poetas.
La mejor forma, quizá la única recomendable, de acercarse a los poetas es a través de su obra, es un terrible error creer que ellos se parecen a lo que escriben. Claro, puede uno acercarse por otros motivos, por ejemplo, para tomarse una cerveza, como compañeros de baile (algunos son realmente buenos) o de viaje, intercambio de recetas, chistes, en fin, también son muy buenos amigos, no sé, cualquier otra faceta de las muchas que tenemos las personas, pero como poetas, lo mejor es leerlos.
¿Encuentro? Me pregunto si esto se debe llamar un encuentro, tampoco es que sea un desencuentro, lo que sucede es que apenas y se rozan, caminan con un ego grande y no permiten que nada ni nadie los toque. Llevan libros para mostrar o regalar a quienes creen que puede ayudarlos a ser publicados en otro lugar, al resto de los mortales ni lo ven. Muchas veces he sentido que sólo habemos dos o tres personas en la sala que estamos ahí para escuchar las lecturas, me refiero a una escucha honesta y abierta del poema por sí mismo, no por su autor; el resto de los presentes, espera su turno, son los que van a leer en la mesa siguiente. Llegan temprano, pero en vez de escuchar, releen sus poemas en silencio, una especie de calistenia mental: evitar que la lengua se les trabe o equivoquen las palabras. Parece ser que están ahí para compartir poemas, pero lo que yo veo, desde mi humilde visión de lectora, es que llegan sólo para ser escuchados, porque justo después de que termina su mesa se van y no vuelven a regresar. Eso sí, a la hora del convivio están puestos, quizá éste sea el momento del verdadero encuentro, la borrachera poética, la esencia de Horas de Junio.
La mejor forma, quizá la única recomendable, de acercarse a los poetas es a través de su obra, es un terrible error creer que ellos se parecen a lo que escriben. Claro, puede uno acercarse por otros motivos, por ejemplo, para tomarse una cerveza, como compañeros de baile (algunos son realmente buenos) o de viaje, intercambio de recetas, chistes, en fin, también son muy buenos amigos, no sé, cualquier otra faceta de las muchas que tenemos las personas, pero como poetas, lo mejor es leerlos.
¿Encuentro? Me pregunto si esto se debe llamar un encuentro, tampoco es que sea un desencuentro, lo que sucede es que apenas y se rozan, caminan con un ego grande y no permiten que nada ni nadie los toque. Llevan libros para mostrar o regalar a quienes creen que puede ayudarlos a ser publicados en otro lugar, al resto de los mortales ni lo ven. Muchas veces he sentido que sólo habemos dos o tres personas en la sala que estamos ahí para escuchar las lecturas, me refiero a una escucha honesta y abierta del poema por sí mismo, no por su autor; el resto de los presentes, espera su turno, son los que van a leer en la mesa siguiente. Llegan temprano, pero en vez de escuchar, releen sus poemas en silencio, una especie de calistenia mental: evitar que la lengua se les trabe o equivoquen las palabras. Parece ser que están ahí para compartir poemas, pero lo que yo veo, desde mi humilde visión de lectora, es que llegan sólo para ser escuchados, porque justo después de que termina su mesa se van y no vuelven a regresar. Eso sí, a la hora del convivio están puestos, quizá éste sea el momento del verdadero encuentro, la borrachera poética, la esencia de Horas de Junio.
¿Saben cómo lo veo? Lo mismo que una competencia de fisiculturismo, demostrar lo buenos que son para organizar complicados versos y construcciones formales, delante de todos, igual que apretar los brazos para mostrar unos trabajados pectorales Son muy pocos los que muestran algo fresco, que verdaderamente toque a la audiencia, y en la mayoría de los casos, son los textos de poetas poco reconocidos, los que van ahí para compartir, no para impresionar. Una lección. De cualquier forma iré, quiero escuchar lo que falta por ser contado.
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