Regresé. Abro los ojos, de nuevo en casa, en mi cama. Quiero un café. Es temprano, la luz que entra por la ventana me dice que no hay prisa, puedo quedarme un rato más. Abro la puerta y un aire, que ya no alcanza a ser completamente fresco, me dice que estoy en casa y que el clima ha cambiado. Sí, estoy aquí. Sí, es tiempo de cambios. En mi casa reina el silencio, me pregunto cuál era la prisa por regresar, sé las razones, aunque algo dentro de mí deseaba quedarse un poco más y caminar por la ciudad, dejarme tocar por ella, sentirla, desde el estómago, en las manos y los ojos. Dentro. Esa sensación de vértigo ante lo que puede suceder detrás de cada esquina, posibilidades múltiples. Hay tanto y es tan poco el tiempo. En casa hay tanto y el tiempo no se detiene. Un torbellino. Los días se pierden uno detrás del otro, salpicados de vivencias cotidianas que me recuerdan dónde y por qué. Cómo detener la fractura. Cómo impedir que el tiempo y el sentido sean absorbidos por ese hoyo negro de límites en expansión, que se coloca en el centro y se alimenta de lo inmediato, que avanza por los rincones como una fiera, destruyendo a su paso ese porvenir que no estuvo nunca escrito y no fue narrado. Será, puede ser, que deshabito el espacio e intento distraerlo. Será, puede ser, que lo llevo conmigo a lugares lejanos, esperando perderlo en el laberinto, sin dejar rastro. Por eso guardo silencio, espero no note que he regresado. El café puede esperar.
28.4.07
20.4.07
Señales
Tuve un sueño de lo más extraño. Soñé que venía por la carretera un viernes por la tarde después de trabajar y me quedaba sin gasolina. No tuve más remedio que estacionarme y evaluar las posibilidades de comenzar a caminar. Estaba bastante lejos de cualquier gasolinera, casi oscurecía y recordé que no traía dinero. Hasta este punto, debo aclarar que el sueño no tiene nada de anormal, al contrario, fue bastante realista, ya que hoy es viernes y los viernes salgo tarde de trabajar, tampoco es extraño que me quede sin gasolina y nunca llevo mi bolsa conmigo porque dejo el carro estacionado en varios lugares a lo largo del día, ya me robaron una vez. Pensé en pedir ride y dinero prestado. También pensé en llamar y pedirte ayuda. Esa pareció una decisión acertada. En mi sueño (bastante realista), te marqué al celular, al parecer no estabas ocupado porque recuerdo verme, en el sueño, tranquilamente sentada en el cofre del carro esperando que llegaras mientras admiraba la puesta del sol. Todo estaba bien. Hasta aquí recuerdo, desperté no sé por qué razón. Esta mañana, mientras conducía hacia la escuela, recordé el sueño, me pareció extraño que hoy fuera viernes y que mi sueño se llevara a cabo en un viernes, justo como suelen ser los viernes, cuando menos este semestre. En eso, mi carro se detuvo, quise arrancarlo y nada. Lo supe: me había quedado sin gasolina. Conozco el sonido, el motor me dice que sin combustible no hay posibilidad. Volteé a ver el medidor, marcaba casi un cuarto de tanque, definitivamente está descompuesto. Recordé mi sueño y me dio risa, calculó mal el horario, si ya me iba a quedar sin gasolina, hubiera sido mejor por la tarde, tal vez el resto podía haber transcurrido igual. Sólo que en ese momento no me podía quedar sobre el cofre a contemplar la mañana y no me quedó más remedio que estacionarme y caminar hacia el trabajo. Son extraños los sueños.
18.4.07
Qué bueno, qué bueno...
Hay canciones que me aparecen, así de repente, y me mueven completa. Lo digo literalmente, esas canciones me mueven todo, por dentro y por fuera, al escucharlas no puedo estar quieta y comienzo a moverme, bailo, no puedo evitarlo, bailo, no importa que sea sola y si hay con quien bailar, pues qué mejor.
Así apareció en mi firmamento bailador una canción de Jarabe de Palo y Jorge Dextler, llegué a ella buscando otra canción que escuché y que desde la primera vez me movió todo por dentro, solo por dentro. Así que la busqué, la bajé y ya que estaba ahí, pensé, bajaré otras más, tal vez estén tan buenas como ésta, regresé después de un rato para ver qué sorpresas habían caído (me encanta hacer eso), para mi sorpresa, había gratas melodiosas sorpresas, comencé a escucharlas y entonces llegó, y con ella todo lo que se movió (por dentro y por fuera). La canción se llama Qué bueno, qué bueno. Tiene ritmo, ése ritmo que te va moviendo poco a poco, el que comienza por el estómago, sube a los hombros, baja a los pies y termina en las caderas, cuando llegas a ese punto tienes que pararte y bailar.
Pues bien, Qué bueno, qué bueno, es el tipo de canción que uno quiere bailar para alguien, es decir, comenzar a bailar solo y acercarte a una persona, o esa persona, que debe estar sentada en algún lugar cercano, cuando estás justo enfrente sigues bailando y estiras la mano para compartir el gusto, después de eso pueden pasar muchas otras cosas, como seguir bailando, o simplemente quedarse ahí, mirándose a los ojos y sin palabras decidir qué es lo que sigue.
Lo que sucede ahora es que no hay nadie con quien bailar y el reproductor está en modo de Repeat y yo tengo mucho trabajo, lo más prudente es no bailar, pero no puedo evitar que la música me baile por dentro, me baile con ella, así, quise compartirla a través de palabras, para que alguien baile conmigo, aunque sea a destiempo, después de bajar la canción y moverse con ella.
Así apareció en mi firmamento bailador una canción de Jarabe de Palo y Jorge Dextler, llegué a ella buscando otra canción que escuché y que desde la primera vez me movió todo por dentro, solo por dentro. Así que la busqué, la bajé y ya que estaba ahí, pensé, bajaré otras más, tal vez estén tan buenas como ésta, regresé después de un rato para ver qué sorpresas habían caído (me encanta hacer eso), para mi sorpresa, había gratas melodiosas sorpresas, comencé a escucharlas y entonces llegó, y con ella todo lo que se movió (por dentro y por fuera). La canción se llama Qué bueno, qué bueno. Tiene ritmo, ése ritmo que te va moviendo poco a poco, el que comienza por el estómago, sube a los hombros, baja a los pies y termina en las caderas, cuando llegas a ese punto tienes que pararte y bailar.
Pues bien, Qué bueno, qué bueno, es el tipo de canción que uno quiere bailar para alguien, es decir, comenzar a bailar solo y acercarte a una persona, o esa persona, que debe estar sentada en algún lugar cercano, cuando estás justo enfrente sigues bailando y estiras la mano para compartir el gusto, después de eso pueden pasar muchas otras cosas, como seguir bailando, o simplemente quedarse ahí, mirándose a los ojos y sin palabras decidir qué es lo que sigue.
Lo que sucede ahora es que no hay nadie con quien bailar y el reproductor está en modo de Repeat y yo tengo mucho trabajo, lo más prudente es no bailar, pero no puedo evitar que la música me baile por dentro, me baile con ella, así, quise compartirla a través de palabras, para que alguien baile conmigo, aunque sea a destiempo, después de bajar la canción y moverse con ella.
15.4.07
REBORUJO
Encontré un sitio en donde puedes apadrinar una palabra, la palabra que tú desees, la más divertida, la que más te gusta, la que te signifique algo, la que quieres rescatar. Sí, puedes rescatar una palabra, salvarla del olvido. ¿En dónde? http://apadrinarpalabras.org/
Yo elegí reborujo, esta palabra me encanta, es divertida, me gusta como se escucha, disfruto la risa que provoca en los demás cuando la digo. Si bien nos va, a Reborujo y a mí, será guardada en una reserva de palabras, para que cualquier persona la encuentre, le dé significado y la utilice para nombrar una situación en desorden, algo que está “patas pa arriba”, un desmadre, en pocas palabras. Para mí sorpresa, me di cuenta que Reborujo no es tan popular, solamente es utilizada en México, y no en todo el país, por ejemplo, aquí no se conoce, por eso a todos les da tanta risa cuando digo que mi mesa de trabajo está reborujada o que soy un reborujo.
Así que si alguno de ustedes conoce alguna palabra que ya casi no se utilice, pueden proponerla y guardarla en esa reserva, para que futuras generaciones la encuentren ahí. Quizá sea rescatada y resignificada. Nunca se sabe, este mundo es un reborujo.
Yo elegí reborujo, esta palabra me encanta, es divertida, me gusta como se escucha, disfruto la risa que provoca en los demás cuando la digo. Si bien nos va, a Reborujo y a mí, será guardada en una reserva de palabras, para que cualquier persona la encuentre, le dé significado y la utilice para nombrar una situación en desorden, algo que está “patas pa arriba”, un desmadre, en pocas palabras. Para mí sorpresa, me di cuenta que Reborujo no es tan popular, solamente es utilizada en México, y no en todo el país, por ejemplo, aquí no se conoce, por eso a todos les da tanta risa cuando digo que mi mesa de trabajo está reborujada o que soy un reborujo.
Así que si alguno de ustedes conoce alguna palabra que ya casi no se utilice, pueden proponerla y guardarla en esa reserva, para que futuras generaciones la encuentren ahí. Quizá sea rescatada y resignificada. Nunca se sabe, este mundo es un reborujo.
13.4.07
El vientre del mar
11.4.07
Virtuality Literario
Organizado por la UNAM y la revista Punto de Partida. Comienza el 11 de Mayo. La competencia literaria será por medio de blogs. 12 jóvenes publicarán sus textos según las peticiones de un jurado, conformado por 3 escritores anfitriones, variarán los géneros, y los temas. Cada semana habrá un “nominado”, si no se puso las pilas y no hizo bien la tarea, se despide de sus virtuales contrincantes. Por supuesto, las opiniones de los lectores que pasarán a husmear por los blogs serán tomadas en cuenta, podrán “votar” por su favorito. Las inscripciones se cierran el 15 de Abril, apúrenle.
9.4.07
Bien lo vale
7.4.07
Se fue de vacaciones
Mi vecina de atrás se ha ido de vacaciones, supongo que eso a nadie le importa porque ni siquiera la conocen, es más, ni siquiera yo la conozco. Nunca he querido verla, porque estoy segura que si alguna vez llego a encontrarla en la calle soy capaz de atropellarla. Lo único que conozco de ella es su voz, también sé que disfruta de organizar reuniones los fines de semana y que después de varias horas se pone bastante necia, grita y se ríe de una manera que es difícil describir, lo peor es su voz, no, su risa es peor aún.
Pasar los fines de semana en mi casa puede ser agradable, todo transcurre de forma tranquila hasta que percibo el aroma a carbón, en ese momento lo sé, mis vecinos organizan otra reunión, la paz se esfuma y mi pesadilla comienza, sobre todo cuando hay que dormir y ellos gritan y se ríen, se ríen y gritan, literalmente, en mis oídos, es imposible hacerlo, pero es a ella, mi vecina, a la que he llegado a odiar.
Durante algunas de esas noches llegué a imaginar cientos de formas de hacerla desaparecer o cuando menos de silenciarla. Alguna vez llegué a creer que de verdad había desaparecido, pasaron meses y no se escuchaba, hasta me sentí culpable porque creí que podía haber muerto y yo no deseaba tanto, sólo que organizara sus reuniones en otro lado o que cuando tomara no gritara ni se riera de esa forma.
Pero hoy fue un día distinto, hace mucho tiempo que no tenía un día así, un día completo sin hacer nada en lo absoluto. Bueno, eso no es completamente cierto, no es verdad que no haya hecho nada, lo que sí es cierto es que no he hecho nada “que tuviera que hacer”.
Pasar los fines de semana en mi casa puede ser agradable, todo transcurre de forma tranquila hasta que percibo el aroma a carbón, en ese momento lo sé, mis vecinos organizan otra reunión, la paz se esfuma y mi pesadilla comienza, sobre todo cuando hay que dormir y ellos gritan y se ríen, se ríen y gritan, literalmente, en mis oídos, es imposible hacerlo, pero es a ella, mi vecina, a la que he llegado a odiar.
Durante algunas de esas noches llegué a imaginar cientos de formas de hacerla desaparecer o cuando menos de silenciarla. Alguna vez llegué a creer que de verdad había desaparecido, pasaron meses y no se escuchaba, hasta me sentí culpable porque creí que podía haber muerto y yo no deseaba tanto, sólo que organizara sus reuniones en otro lado o que cuando tomara no gritara ni se riera de esa forma.
Pero hoy fue un día distinto, hace mucho tiempo que no tenía un día así, un día completo sin hacer nada en lo absoluto. Bueno, eso no es completamente cierto, no es verdad que no haya hecho nada, lo que sí es cierto es que no he hecho nada “que tuviera que hacer”.
Un día tranquilo, un perfecto día de vacaciones y acabo de darme cuenta de lo que en realidad hizo que me sintiera realmente cómoda de pasarlo en casa: al parecer mi vecina se fue de vacaciones.
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