Tengo en mis manos un caracol
es pequeño, casi perfecto.
Tengo, un caracol sin memoria
llegó a escuchar el sonido del mar,
no guardó olas en sus entrañas
no repite las palabras de la eternidad.
El ir y venir, sinfín en un canto profundo,
imposible de describir
como su interminable rizo de sal
como el remolino de este sinsentido.
Un sonido sordo guardado en su interior
deseoso de no ser más silencio.
Este diminuto caracol, insondable caracol
desea ser sonidos, promesas, palabras
por eso, hoy le contaré una historia
y mañana, le contaré otra y otra,
así será cada día
hasta el fin de los tiempos
él no sabrá si mis historias son ciertas o no,
las guardará en su interior,
será memoria
me guardaré en su espiral,
como el sonido de las olas
que se extraviaron en el camino.
20.10.05
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