Ayer conocimos a Esperanza. Ella representa su nombre. Dentro de sus ojos cansados hay un brillo que ilumina el espacio que comparte con María, Herminia y otras mujeres que viven en la casa hogar.
Esperanza nació en 1924. Me platicó que su padre compró una casa en la 5 de Mayo y desde ahí caminaba cada día hasta su trabajo en la Colonia Centenario. Caminaba casi una hora porque le gustaba ir despacio y observar los árboles y los pájaros. Esperanza dedicó su vida a cocinar para distintas familias de ricos que salían cada mañana al trabajo o la escuela después de desayunar lo que ella preparaba con gusto. Me dio la receta para preparar un caldo de queso típico sonorense y una torta de huevo rellena de queso y chorizo. También me dijo que la gallina pinta es fácil de preparar y que la próxima vez que nos viéramos me diría cómo prepararla.
Regresé pensando en los próximos años y en las posibilidades que existen de que un día yo viva en un lugar similar a ése. ¿De qué hablaría? ¿cuáles serían los recuerdos que saltarían una y otra vez como una forma de retener ese tiempo que ahora vivo? ¿viviré cerca del mar? ¿tendría quien me visitara? ¿conservaría el brillo de mis ojos?
7.10.10
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Archivo del Blog
-
►
2011
(11)
- ► septiembre (2)
-
►
2009
(61)
- ► septiembre (5)
-
►
2008
(63)
- ► septiembre (3)
-
►
2007
(84)
- ► septiembre (7)
-
►
2006
(42)
- ► septiembre (4)
2 comentarios:
Me anticipaste mucha nostalgia. Saludos, Lorena.
¿Cómo vamos a ser de viejitos, Blas? Creo que yo lo sabré antes que tú jajaj
Publicar un comentario