13.9.09

Una noche de luna

A veces, uno escucha una voz que dice que sí, que lo hagamos, que hagamos eso que nos estamos preguntando, que está bien.


Su nombre es Tomás, tiene dos hijos, a su hija pequeña le gusta que le cuenten historias antes de dormir, tiene un libro de cuentos con ilustraciones que ya casi sabe de memoria. Su hijo mayor prefiere el fútbol, dice que la lectura no es lo suyo. La esposa de Tomás es promotora y trabaja en una dependencia de gobierno. Viven en una comunidad rural, él dice que ya no se puede llamar comunidad indígena pues ya no hay tantos yaquis, como antes. Habemos más yoris, dice, y agrega: "Lo que sí es que respetamos sus costumbres y tratamos de no hacer nada que ofenda sus creencias". Tomás y su esposa se levantan de madrugada, su día comienza muy temprano, él debe estar en la carretera antes de las 6 am, todos los días consigue ride para ir a su trabajo, hace lo mismo de noche, para regresar a casa. Es más de una hora de camino. Tomás está lleno de historias, cómo no va a estarlo si es policía. Y aunque no todas sus historias son agradables, encuentra la forma de contarlas a partir de los detalles, del paisaje, de lo que él sintió, de lo que dicen los vecinos; sus historias, aunque podrían serlo, no son grotescas. Tomás es un gran narrador, y un héroe. En las casi dos horas que duró nuestro camino no paró de contar detalles de su vida. Tomás adora su trabajo, siempre quiso ser policía y se esfuerza por hacerlo bien. Nadie pensaría que ese hombre que se bajó de noche en la carretera y caminará hasta su casa para descansar y estar de regreso en unas horas, se prepara cada día para obtener un grado más alto, nadie pensaría que ese hombre salvó la vida de decenas de personas, nadie pensaría que ese hombre ayudó a encontrar el cadáver de ese pequeño que no debía haber muerto. Nadie pensaría nada, porque Tomás parece cualquier otra cosa, menos héroe. Tal vez, Tomás no es más que una persona común y corriente, de las que nunca sabemos nada, porque hacen las cosas que tienen que hacer. Fue simpático escuchar cómo nos emocionamos al mismo tiempo cuando esa luna naranja se asomó y luego me contó que los dos cerros que teníamos enfrente forman un corazón, tienen una leyenda, otro día se la cuento, me dijo. Ojalá haya llegado a tiempo esa noche para contarle una historia a su hija.

1 comentario:

Unknown dijo...

La noche tiene secretos
que velan la memoria
y renacen cuando agoniza el sol.

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