Se debía a su público, eso lo tenía claro. Aunque era difícil contener la ansiedad, intentaba mantener la calma y permanecer hasta el final de las fiestas después de cada uno de sus conciertos, si bien, comenzaba a rasgar servilletas, comerse las uñas y, como última opción, a fumar. No disfrutaba fumar. Al contrario, permitía que cientos de adolescentes lo besaran y abrazaran, firmaba cada autógrafo y sonreía cuando alguien le tomaba una fotografía, aunque no tuviera ganas de hacerlo. Hacía todo lo que tenía que hacer, todo lo que se espera de una estrella como él. Seguía cuanto tratamiento de belleza sugerían sus estilistas, se vestía con prendas que él nunca hubiera elegido, aceptó cortarse y teñirse el cabello y hasta procuraba mantenerse al día sobre las noticias internacionales, por si algún entrevistador hacía alguna pregunta. Su agente no tenía de qué quejarse, bueno, casi de nada. Al principio le dio por esconderse bajo la mesa durante las ruedas de prensa, tiraba su pluma y luego se agachaba a recogerla, se introducía bajo el mantel por un par de minutos; un tiempo después cambió su forma de vestir, comenzó a usar chaquetas de cuello alto y bufandas que le cubrieran el rostro; pero el colmo fue cuando no pudo dominarse: a mitad de aquel concierto y frente a la enardecida multitud, por un segundo, sólo un segundo, se permitió hacerlo. El problema es que no fue sólo un segundo, tal vez fueron algunos más; ese fotógrafo lo captó y al día siguiente nos enteramos todos. La fotografía dio la vuelta al mundo en segundos y con ella su imagen se vino abajo. Nadie, nadie puede soportar la imagen de una estrella de rock chupándose el dedo.
30.9.07
21.9.07
Retratando al fotógrafo
18.9.07
Luna de Agua
No lo he leído pero siento como fuera a encontrarme con un alguien a quien he esperado y siento familiar. Sólo conozco su título y parte del proceso. Es parte de la colección Altanoche. Mañana me sentaré a leerlo y sé que lo disfrutaré como lo hago con todos los textos de Letty. Estoy emocionada, muy emocionada. Felicidades a la autora que se resistía a publicarlo. Muchos éxitos para esta Luna de Agua, todas las que hay detrás de ella y las que vienen. Muchas lunas nos aguardan.
12.9.07
Demoliciones, S.A.
Tiene una crisis de personalidad, eso es seguro...no sabe si es hembra, si es macho o si es ambos...aún no lo define. Seguro el origen está en los cambios de nombre que tuvo en su tierna infancia, creo que pasó de ser Orejas a Bop, Bob, Timoteo, Timotea y otros que ahora no recuerdo. Lo que sí sabe es que tiene un apetito voraz, que es mentira eso de los herbívoros y otras falsedades que se dicen en los libros de texto. Mentira, pura mentira. He pensado en poner un criadero y unos meses después un anuncio en el clasificado: Demoliciones. Eso, eso sí lo tiene definido, y a mí me ha quedado aún más claro, es la destrucción total, la plaga que no se menciona en el Antiguo Testamento. En un descuido acabará con esta casa, es más, mientras escribo destruye la puerta del patio, se come la banda del antipolvo, sigue con la casa muñecas de cartón, los zapatos que se quedaron en la estancia, el depósito de agua, la esquina de la pared, el cable, las bocinas, la manguera, un grillo y otras cosas que seguro me he perdido por voltear hacia otro lado.
Si alguno de ustedes quiere vengarse de un enemigo, destruir su vida, su patrimonio, su paz interior sólo tiene que regalarle un lindo conejito a sus hijos, moño incluido, sonreír y darse la media vuelta. El resto será esperar a que la catástrofe se presente.
Esperen pronto anuncio del servicio.
El comienzo: un lindo y tierno conejito que duerme todo el día.
La verdad oculta: una plaga que sólo espera a que te descuides para destruir todo lo que se encuentra a su alrededor, es decir, tu casa o la de quienes tú decidas. Aquí aparece comiendo lechuga, pero inmediatamente después de que terminó con ella continuó con los muebles de la cocina, un sillón, la pintura de la pared...al parecer los conejos se resisten a ser educados, sólo sirven para dos cosas...una de ellas es destruir...
9.9.07
5.9.07
Undó
Conversación que tuvimos esta mañana, me recuerda la máquina de Juanantrusta, sí, en él pensé mientras platicábamos y luego pensé en si este deseo de cambiar la realidad será un deseo de los niños de cierta edad, de los niños de esta época o de todos los seres humanos de todas las épocas.
- Mamá, sería padre tener la función de “undó” (léase undó no andu, porque así fue en nuestra conversación) activada en nuestra vida.
- ¿Cómo? ¿Qué es la función de undó?
- La de flechita que te regresa.
- ¿Cuál flechita?
- La de word. En la computadora. La que picas cada vez que te equivocas y quieres regresar las cosas como estaban antes.
- Sería fantástico, amor. ¿Qué harías si tuvieras un undo para ti?
- Regresaría el tiempo cuando mi hermana pide el asiento de enfrente antes que yo.
- ¿Sí?
- También le podría dar una patada a los niños que se meten en la fila de la tiendita y no se darían cuenta que yo les pegué, tal vez ni siquiera se acuerden que les pegué, yo sabría que les di un buen patadón y eso nadie me lo quita.
- ¿Y si la que no se acuerda eres tú ? Yo le gritaría a la “gorda poderosa” de las tortillas, le diría que es una maldita bruja amargada y tendría tiempo de salir corriendo antes de que me alcance con su brazo de Popeye.
- Yo le pegaría a Ricardo cuando me empieza a molestar en la escuela.
- Cuánta violencia...¿crees que podamos usar el undo para algo que no sea golpear o gritar?
- Paulina lo podría usar cuando te contesta feo, para que no te enojes.
- Sí, eso sería bueno, poder regresar el tiempo cuando decimos algo que lastima a los demás. Me serviría bastante, suelo decir muchas estupideces.
- Cuando tenga muchas ganas de una paleta puedo ir a la tiendita, abrir una y cuando me la haya comido regreso el tiempo y listo, me voy.
- ¿Y si cuando regreses el tiempo todavía tienes ganas de una paleta?
- Puedo volverlo a hacer otra vez. Muchas veces, hasta que me canse de comer paletas.
- Creo que eso se llama robar, ¿no? ¿Y si tú fueras la dueña de la tiendita? ¿Sabes que sería bueno?
- ¿Qué?
- Que nos apareciera esa leyenda de advertencia antes de hacer algo de lo que nos podemos arrepentir, la que te dice: “There’s no undo feature” ¿Está seguro de hacer/decir/tirar/cerrar/comer, etc. esto? Y entonces podrías pensarla dos veces antes de hacer algo de lo que seguramente te vas a arrepentir.
- Pues sí, eso estaría bien, pero se acaba todo lo divertido, a mí si me gustaría tener un undo.
- ¿Pero si todos tenemos la función undo todos podríamos hacer lo que nos diera la gana y regresar el tiempo.
- ¡Ay, mamá...! ¡Qué aburrida! Siempre piensas cosas para acabar con la diversión.
- ¿Y si uso el undo?
- Mamá, sería padre tener la función de “undó” (léase undó no andu, porque así fue en nuestra conversación) activada en nuestra vida.
- ¿Cómo? ¿Qué es la función de undó?
- La de flechita que te regresa.
- ¿Cuál flechita?
- La de word. En la computadora. La que picas cada vez que te equivocas y quieres regresar las cosas como estaban antes.
- Sería fantástico, amor. ¿Qué harías si tuvieras un undo para ti?
- Regresaría el tiempo cuando mi hermana pide el asiento de enfrente antes que yo.
- ¿Sí?
- También le podría dar una patada a los niños que se meten en la fila de la tiendita y no se darían cuenta que yo les pegué, tal vez ni siquiera se acuerden que les pegué, yo sabría que les di un buen patadón y eso nadie me lo quita.
- ¿Y si la que no se acuerda eres tú ? Yo le gritaría a la “gorda poderosa” de las tortillas, le diría que es una maldita bruja amargada y tendría tiempo de salir corriendo antes de que me alcance con su brazo de Popeye.
- Yo le pegaría a Ricardo cuando me empieza a molestar en la escuela.
- Cuánta violencia...¿crees que podamos usar el undo para algo que no sea golpear o gritar?
- Paulina lo podría usar cuando te contesta feo, para que no te enojes.
- Sí, eso sería bueno, poder regresar el tiempo cuando decimos algo que lastima a los demás. Me serviría bastante, suelo decir muchas estupideces.
- Cuando tenga muchas ganas de una paleta puedo ir a la tiendita, abrir una y cuando me la haya comido regreso el tiempo y listo, me voy.
- ¿Y si cuando regreses el tiempo todavía tienes ganas de una paleta?
- Puedo volverlo a hacer otra vez. Muchas veces, hasta que me canse de comer paletas.
- Creo que eso se llama robar, ¿no? ¿Y si tú fueras la dueña de la tiendita? ¿Sabes que sería bueno?
- ¿Qué?
- Que nos apareciera esa leyenda de advertencia antes de hacer algo de lo que nos podemos arrepentir, la que te dice: “There’s no undo feature” ¿Está seguro de hacer/decir/tirar/cerrar/comer, etc. esto? Y entonces podrías pensarla dos veces antes de hacer algo de lo que seguramente te vas a arrepentir.
- Pues sí, eso estaría bien, pero se acaba todo lo divertido, a mí si me gustaría tener un undo.
- ¿Pero si todos tenemos la función undo todos podríamos hacer lo que nos diera la gana y regresar el tiempo.
- ¡Ay, mamá...! ¡Qué aburrida! Siempre piensas cosas para acabar con la diversión.
- ¿Y si uso el undo?
2.9.07
Un fantasma
Ahora encontré un fantasma en mi casa, un fantasma poco común, debo admitirlo, ¿alguna vez alguien ha visto el fantasma de una piedra? Yo lo vi hoy, tirado justo en el centro de esa habitación.
Las piedras pueden tener hábitos extraños, como pasar toda su vida en un mismo lugar, guardar insectos o plantas en su interior, fracturarse de vez en cuando, caer y tomar formas versátiles o cubrirse de musgo, si bien les va. Las piedras son extrañas, pero así me gustan. Las colecciono. Llegué a tener una colección enorme de piedras que levantaba sin querer mientras caminaba, decidía quedarme con ellas cuando algo importante sucedía mientras las sostenía en mi mano o las guardaba en alguna bolsa del pantalón, creía que de esa manera iba a recordar ese momento por siempre, pero no fue así, digo, los momentos los sigo recordando, pero las piedras eran tantas que difícilmente me acordaba dónde o en qué momento cada una había llegado a mí.
Comenzaron ocupando una esquina del buró junto a mi cama hasta que llegó un momento que había más piedras que otras cosas. Les destiné un lugar especial. La colección creció poco a poco pues uno no vive momentos importantes todos los días, y si los vive no siempre está consciente de ello. Un día tuve que irme de ahí y las piedras no pudieron ir conmigo, algunas, las más grandes, las encontré en casa de mis vecinos un día que fui a visitarlos. Pero ahora se trata de una piedra en especial, o del fantasma de ella, que ahora me visitó.
Tomé la piedra antes de salir de casa y la tuve en mi mano todo el camino. Memoricé su forma exacta, la figura que alguien había labrado en ella, sus colores, las capas que la formaban. Sabía exactamente lo que debía hacer, pero no lo hice, cuando menos en el viaje de ida. Al regreso la piedra seguía conmigo y entonces le hablé, le conté la historia de cómo había llegado a ser tan importante y por qué ahora debía guardarla en un lugar del que nada ni nadie podría hacerla regresar. Al parecer lo entendió y estuvo de acuerdo en guardar esa historia hasta el fin de los tiempos. Esperé a llegar al lugar indicado, entonces la solté y ella fue a dar al fondo del mar.
Es por eso que me asombró encontrarla ahí, tan tranquila, en el centro de esa habitación, como si quisiera decir, he regresado para traerte la historia de nuevo y puedas rescribirla. Las piedras son extrañas, no hay duda, no hice más preguntas y la levanté, seguramente hoy era un día importante y yo todavía no lo sabía.
Las piedras pueden tener hábitos extraños, como pasar toda su vida en un mismo lugar, guardar insectos o plantas en su interior, fracturarse de vez en cuando, caer y tomar formas versátiles o cubrirse de musgo, si bien les va. Las piedras son extrañas, pero así me gustan. Las colecciono. Llegué a tener una colección enorme de piedras que levantaba sin querer mientras caminaba, decidía quedarme con ellas cuando algo importante sucedía mientras las sostenía en mi mano o las guardaba en alguna bolsa del pantalón, creía que de esa manera iba a recordar ese momento por siempre, pero no fue así, digo, los momentos los sigo recordando, pero las piedras eran tantas que difícilmente me acordaba dónde o en qué momento cada una había llegado a mí.
Comenzaron ocupando una esquina del buró junto a mi cama hasta que llegó un momento que había más piedras que otras cosas. Les destiné un lugar especial. La colección creció poco a poco pues uno no vive momentos importantes todos los días, y si los vive no siempre está consciente de ello. Un día tuve que irme de ahí y las piedras no pudieron ir conmigo, algunas, las más grandes, las encontré en casa de mis vecinos un día que fui a visitarlos. Pero ahora se trata de una piedra en especial, o del fantasma de ella, que ahora me visitó.
Tomé la piedra antes de salir de casa y la tuve en mi mano todo el camino. Memoricé su forma exacta, la figura que alguien había labrado en ella, sus colores, las capas que la formaban. Sabía exactamente lo que debía hacer, pero no lo hice, cuando menos en el viaje de ida. Al regreso la piedra seguía conmigo y entonces le hablé, le conté la historia de cómo había llegado a ser tan importante y por qué ahora debía guardarla en un lugar del que nada ni nadie podría hacerla regresar. Al parecer lo entendió y estuvo de acuerdo en guardar esa historia hasta el fin de los tiempos. Esperé a llegar al lugar indicado, entonces la solté y ella fue a dar al fondo del mar.
Es por eso que me asombró encontrarla ahí, tan tranquila, en el centro de esa habitación, como si quisiera decir, he regresado para traerte la historia de nuevo y puedas rescribirla. Las piedras son extrañas, no hay duda, no hice más preguntas y la levanté, seguramente hoy era un día importante y yo todavía no lo sabía.
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