Anoche esperé, esperé por horas, realmente deseaba que la lluvia llegara. Hablé con el viento que tanto la anunció, le pedí que trajera esas nubes hasta acá. Que las posara sobre el lugar en que me encontraba y que dejara caer esas gotas que tanta falta nos hacen para limpiar los recuerdos y el humor que el calor genera.
Necesitaba un respiro, un aire limpio que se llevara ese estado de ánimo que últimamente ronda por aquí, quería volar junto con las hojas y esas bolsas que alguien descuidadamente dejó en la calle y con las que el viento se divertía. Solamente hizo eso, jugar, jugó con las hojas, con las bolsas y con mis sentimientos. Tuve una conversación seria con él, incluso tuve que cerrar los ojos para evitar que la tierra, con la que también jugaba, entrara a mis ojos. Me mintió, dijo que traería la lluvia, lo prometió. No cumplió.
Desperté sentada en la banqueta, esperando. No sé cuánto tiempo habrá pasado, una hora tal vez. Estaba cansada y deseaba mojarme bajo la lluvia. Tal vez brincar en un charco y sentir como se llevaba todo.
La lluvia lava y se lleva todo con ella. Nos deja nuevos, listos para un nuevo encuentro, para empezar de nuevo.
18.7.05
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