3.5.05

Ya no llores

No sé quien lo dijo, o si alguien siquiera lo dijo. Sólo sé que alguien debió haberlo dicho porque siempre es así.

Anoche te escuché llorar, pensé que tal vez era parte de un sueño, el tuyo o el mío, pero tu sollozo me despertó y supe que no soñaba, y que tu llanto (bajito, muy bajito y triste, muy triste) era real. Escuché un momento. Me levanté, me metí en tu cama. Te dije: hazme un campito y me quedé ahí. Te abracé y creo que me quedé dormida cuando ya no escuché llorar más. La verdad es que tenía mucho sueño y no podía decir gran cosa.

Quiero poder entender de qué tamaño fue la desilusión que viviste. Día del Niño. Tú querías que estuviera contigo, que te demostrara lo importante que eres para mí y a cambio, recibiste una espera. Tu mamá no estuvo contigo, es todo lo que tú podías entender. Por el motivo que fuera, no estuve contigo. Las razones que yo tenga no son importantes. Me hiciste saber lo molesta que estabas. En el momento en que por fin estábamos juntas, con la posibilidad de hacer lo que tu desearas, cometí un error, pequeño o grande, fue un error.

¿Cambiará esta noche el destino de nuestras vidas? No lo sé, espero que no sea así.

En este momento debes pensar que no eres lo suficientemente importante como para que tus papás dejen todo para estar contigo. Y así debería ser, lo sé. Sin embargo, eres lo más importante en mi vida, el centro y la fuerza de gravedad. El motivo de rotación y el sentido de la traslación. La paz y el caos que me hacen saber que estoy viva. La cascada que espero escuchar cuando la risa se mete dentro de ti. La mano que aprieta mi dedo pulgar y no necesita decir nada más.

Vayamos por una nieve, y tendrá una cereza que lo hará especial (tú lo haces especial). No habrá nada más. No permitiré que termine la infancia. Me darás tu mano. Acabaremos con toda la nieve del planeta, nos sentaremos, cada una con una cuchara y no pararemos hasta que nos duela la panza.

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