Me di cuenta que no había hecho ningún resumen del año que se iba. Pensé que quería hacerlo o creí que debía hacerlo, en realidad no estoy segura, pasaban los días y no aparecía nada claro, ni una lista o balance. Yo no sabía cuál era el saldo de esos meses y creo que, en realidad, me daba miedo asomarme a ellos para revisar lo que sucedió en el día a día y que entre tantas prisas no tuve tiempo de valorar mientras era presente y no pasado.
Me di cuenta que no sé decir adiós y no me sienta bien dejar ir lo que significó y dejó huella. Creo que ésa es la razón. Siempre digo: hasta pronto, no sé decir adiós.
Sin embargo el tiempo pasa y los días se suceden sin que pueda detenerlos. No puedo retener lo que ya se ha ido, no soy capaz de decir adiós y me aferro a uno que otro recuerdo como si con ellos pudiera hacer más corta la distancia.
Sé que el balance fue bueno: hubo más sonrisas, y no hubo tiempo de llorar o no quise o no supe. Sólo tengo el camino hacia algún lugar y espero andarlo. Quisiera que en ese camino estuvieran quienes han iluminado los días o algunos de ellos y creo que si retengo sus recuerdos lo suficiente, un día aparecerán de vuelta para decir, ¿vamos? Y caminar será de nuevo lo que solía ser, tal vez todavía mejor pues estará lo que se suma e ilumina sin importar si hace frío.
Definitivamente el balance es positivo. Detrás de esos días quedaron puertas que se abrieron y cerraron. Manos y rocas. Agua y profundidad. El miedo que se aleja con un batir de alas y el aleteo que anuncia la vida.
Queda la vida y el camino que tomo cada día. Hoy digo: gracias por los días y cada puesta de sol. Que las veredas se crucen y se conviertan en una sola.
Yo solo pido que pase un viento y me lleve en él hacia donde debo ir, aunque aún lo desconozca pero lo presiento.
Me di cuenta que no sé decir adiós y no me sienta bien dejar ir lo que significó y dejó huella. Creo que ésa es la razón. Siempre digo: hasta pronto, no sé decir adiós.
Sin embargo el tiempo pasa y los días se suceden sin que pueda detenerlos. No puedo retener lo que ya se ha ido, no soy capaz de decir adiós y me aferro a uno que otro recuerdo como si con ellos pudiera hacer más corta la distancia.
Sé que el balance fue bueno: hubo más sonrisas, y no hubo tiempo de llorar o no quise o no supe. Sólo tengo el camino hacia algún lugar y espero andarlo. Quisiera que en ese camino estuvieran quienes han iluminado los días o algunos de ellos y creo que si retengo sus recuerdos lo suficiente, un día aparecerán de vuelta para decir, ¿vamos? Y caminar será de nuevo lo que solía ser, tal vez todavía mejor pues estará lo que se suma e ilumina sin importar si hace frío.
Definitivamente el balance es positivo. Detrás de esos días quedaron puertas que se abrieron y cerraron. Manos y rocas. Agua y profundidad. El miedo que se aleja con un batir de alas y el aleteo que anuncia la vida.
Queda la vida y el camino que tomo cada día. Hoy digo: gracias por los días y cada puesta de sol. Que las veredas se crucen y se conviertan en una sola.
Yo solo pido que pase un viento y me lleve en él hacia donde debo ir, aunque aún lo desconozca pero lo presiento.