Decidí navegar un rato por Internet mientras me disponía a actualizar los archivos del disco-duro-externo-con-todo-dentro-de-él perdido y encontrado (nunca lo mencioné porque estaba segura que no estaba perdido, sólo fuera de lugar, todo era cuestión de esperar, (tampoco lo he dicho, estoy más que feliz por haberlo encontrado)). ¿Qué se puede hacer cuando una pierde la memoria y por más que se esfuerce no recuerda dónde diablos la dejó?
Para no navegar tan a la deriva lo hice en una ruta parecida a la escalera naútica, de un blog ya conocido a otro, y así, navegando, seguí un link a un comentario sobre una película que me llevó al blog de ese hombre guapo amigo de mis amigos. Leí su comentario, los comentarios a su comentario y hasta ahí debió llegar, pero no, algo en la columna derecha llamó mi atención, di un click y ahí voy, al mundo de los otros.
Supongo que si las personas crean vínculos a los sitios que visitan, los blogs de sus amigos y de los amigos de sus amigos, es porque desean que también nosotros los visitemos, entonces no entiendo por qué ahora me siento tan mal por haber seguido un link y luego otro y otro. Para cuando me di cuenta ya había leído su blog, visto su álbum de fotos y el de su novia, y sabía muchas cosas sobre ambos: que son felices, que hace un año no lo eran tanto, que estar juntos les hace bien, que les encanta tomarse fotos (ambos son fotogénicos), que disfrutan pasar tiempo juntos, que algunos de sus amigos son muy extraños, que hay muchos libros y unos niños preciosos en sus vidas, que escriben, les gusta viajar e ir a museos, en fin...pasé cerca de media hora conociéndolos simplemente porque me daba gusto saberlos tan felices, como si fuera una película o una novela a partir de textos y fotos.
Cuando me percaté que sabía más sobre ellos que sobre algunos de mis amigos, me sentí tan mal que me salí de ahí como quien sale de puntitas de un salón para que nadie se dé cuenta que estuvo ahí. Sin embargo, yo estuve ahí, husmeando en sus blogs, sus álbums, sus links y... no sé, no sé si me gustó saber que sé tanto sobre ellos.
Para no navegar tan a la deriva lo hice en una ruta parecida a la escalera naútica, de un blog ya conocido a otro, y así, navegando, seguí un link a un comentario sobre una película que me llevó al blog de ese hombre guapo amigo de mis amigos. Leí su comentario, los comentarios a su comentario y hasta ahí debió llegar, pero no, algo en la columna derecha llamó mi atención, di un click y ahí voy, al mundo de los otros.
Supongo que si las personas crean vínculos a los sitios que visitan, los blogs de sus amigos y de los amigos de sus amigos, es porque desean que también nosotros los visitemos, entonces no entiendo por qué ahora me siento tan mal por haber seguido un link y luego otro y otro. Para cuando me di cuenta ya había leído su blog, visto su álbum de fotos y el de su novia, y sabía muchas cosas sobre ambos: que son felices, que hace un año no lo eran tanto, que estar juntos les hace bien, que les encanta tomarse fotos (ambos son fotogénicos), que disfrutan pasar tiempo juntos, que algunos de sus amigos son muy extraños, que hay muchos libros y unos niños preciosos en sus vidas, que escriben, les gusta viajar e ir a museos, en fin...pasé cerca de media hora conociéndolos simplemente porque me daba gusto saberlos tan felices, como si fuera una película o una novela a partir de textos y fotos.
Cuando me percaté que sabía más sobre ellos que sobre algunos de mis amigos, me sentí tan mal que me salí de ahí como quien sale de puntitas de un salón para que nadie se dé cuenta que estuvo ahí. Sin embargo, yo estuve ahí, husmeando en sus blogs, sus álbums, sus links y... no sé, no sé si me gustó saber que sé tanto sobre ellos.