Escuché un grillo cantar casi toda la noche. Estaba justo afuera de mi puerta, cómodamente se instaló ahí a interpretar melodías nocturnas. Una pareja de gatos pasó a visitar de madrugada, por sus maullidos pude darme cuenta que no tenían ganas de dormir y que estaban pasándolo rebien. Malditos. En mi baño, una gota de agua insistía en tirarse al vacío cada 3 segundos. El repartidor de periódico pasó cerca de las cuatro, me distraje pensando quién querría leer el periódico a esta hora. Imaginé a todos mis vecinos en ropa interior, caminando por un pasillo casi a oscuras, saboreándose el primer café, acompañados por un diario que aún huele a tinta fresca. Robarme ese periódico sería divertido, sólo que tendría que vestirme y averiguar en qué casa estaba. Mejor no. Una vuelta más. Había terminado de leer esa novela hacía más de dos horas. Lamenté no haberlo hecho más despacio, en estos momentos estaría dando vueltas a las páginas, frente al mar junto a los personajes que habitaban aquella posada. Volvieron los gatos, esta vez no hicieron escándalo, sólo los sentí pasar. Malditos. Cuando comencé a escuchar pájaros cantar di cuenta: ya no podría dormir. La noche se había consumido. Una última vuelta. Maldición, ¿por qué me habría tomado una jarra completa de mate?
27.3.07
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3 comentarios:
invita mate!
cuando empiezo a escuchar muy fuerte el sonido del reloj es mala señal y ya estuvo que tampoco dormí -como ahorita- jiji
Una chica de aquí me dio una receta para el insomnio: escuchar los latidos del corazón
aunque si no se toma demasiada cafeína quizá funcione mejor
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