Ayer fue Día Internacional de la Mujer. En realidad no creo que sea un día para celebrar, todo lo contrario, es un jaloncito de orejas, un cambio de perspectiva, para variar, un recordatorio que intenta llamar un poco nuestra atención sobre todas las situaciones, grandes o pequeñas, que marcan diferencias en donde no las hay.
Sin embargo, fue un día célebre y celebrado, comenzamos temprano, después de tres días de charlas con un grupo de preparatoria sobre lo que significa ser hombre y ser mujer en esta época, sobre la construcción social de nuestro ser, sobre los roles que cumplimos sin cuestionar, en fin, aportaciones muy interesantes, lo que ellos ven y como lo viven. Cerramos con un taller de mecánica preventiva, el objetivo era darles una herramienta más, o mejor dicho, que aprendieran a utilizar las que traen en la cajuela de su carro, y puedan avanzar en ese intento de ser independientes, algo tan deseado y a la vez temido. Fue genial verlos aprender a cambiar una llanta, checar el agua y el aceite, averiguar cómo se arma el gato, ensuciarse las manos, sin distinción de sexos.
Por la tarde las mujeres creando y aportando a la sociedad una visión que espera más justicia, igualdad de oportunidades, deseos de contar, de plasmar, voces que dicen y esperan ser escuchadas. Lo mejor, encontrar entre los asistentes a tantos jóvenes, diversos y atentos.
Por la noche, (en el Pluma, cheves de por medio) una charla entre amigas, mucho tiempo esperada, deseada, necesitada. Confesiones, risas, cercanía...vaya, cómo me hacía falta algo así. Compartir alegrías, sueños, preocupaciones, logros, su ser mujeres de esta época, proponiendo, aprendiendo, creciendo. El día terminó de una manera genial...bailando al ritmo de la "Cumbia de los 14 minutos"...qué mejor manera de celebrar.
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