No tengo una foto mejor, las ballenas no avisan, aparecen por sorpresa, y aunque por supuesto que llevaba mi cámara, lo último que pensé en ese momento fue en tomar fotografías. Me quedé paralizada, viviendo una emoción que me dejó muda y estática. Me supe agraciada por vivir ese encuentro.
Yo lo sabía, las ballenas son seres maravillosos, pero esto fue mucho más allá de lo que esperaba o pensaba que podría sentir. Primero fue una, solitaria, después esta madre y su hijo, acercándose, sin miedo, curiosas. Algunas otras permanecieron a cierta distancia, salían a respirar mientras nadaban en círculos a nuestro alrededor. A lo lejos podía verse, de tiempo en tiempo, alguna ballena saltar, dar un giro y caer de nuevo al agua, mostrando su enorme y magnífico ser.
Realmente lo viví, está aquí, dentro. Seguí la técnica de Ani para guardar recuerdos: abrir bien los ojos, percibir absolutamente todo lo que deseo guardar en mi memoria y luego cerrarlos por unos segundos. Listo. La imagen ha quedado guardada en la memoria. Es mejor que las fotografías, pues se guardan también el resto de las sensaciones, como el viento en la cara, el chorro de agua expulsado al exhalar, el aroma cuando se acercan, el brillo en sus ojos, el sonido de su respiración, su nado lento, mi corazón latiendo fuerte.
Tomé unos versos de Serrat, es una versión editada para esta ocasión:
De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.
De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.
19.3.07
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2 comentarios:
Gracias por recordarnos la canciónde Serrat, además de la foto y la experiencia que cuentas. Brenda.
Increíble experiencia... supongo.. yo las he visto en Ensenada, pero desde lejos... asomando apenas sus lomos grises en el estirón final de la travesía.
"Y nos quedamos chupando un palo sentados sobre una calabaza."
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