19.12.07

Buena obra navideña

Se acerca la Navidad, las personas intercambian regalos y buenos deseos con los amigos, compañeros, vecinos, básicamente, con cualquier persona que se encuentran, por mencionar algunos ejemplos: el señor que cuida los autos en el supermercado nos desea feliz navidad, lo mismo sucede con la dependienta de la papelería, la cajera del supermercado, el despachador de la gasolinera, todos son un cúmulo de buenos deseos. El mundo se abraza a sí mismo durante unos días mientras sus habitantes corren de una tienda a otra, al mismo tiempo que regalan sonrisas y buenos deseos.

Yo, seguramente contagiada por este ambiente de amabilidad, realicé una buena obra, fue algo así como un regalo para mi vecina: barrí la banqueta, no sólo eso, también recogí el montoncito de tierra que ella amablemente deja en la calle para que yo lo vea y me anime a barrer. Ese pequeño montículo es un mensaje. Al principio lo dejaba en la frontera entre su casa y la mía. Ingenuamente pensé que era un olvido, no sé cómo pude pensar eso, si se levanta muy temprano a barrer y regar su jardín, después de un tiempo notó que su estrategia no estaba funcionando y movió el montoncito de tierra a un lugar más obvio, justo a la salida de la cochera, mi cochera. En ese momento dejé de pensar que era un olvido suyo y tuve claro que se trataba de un recordatorio: barre tu banqueta. Me encabroné. Tengo una rebeldía adolescente respecto a ese tipo de sutiles recordatorios o a que me digan qué, cómo y cuándo hacer algo.

No es que nunca lo haga, pero no suelo barrer a las cinco de la mañana y tampoco lo hago a diario, más bien barro cuando tengo tiempo y ganas de hacerlo, y después de que comencé a encontrar los cerritos justo a la salida de mi casa mi espíritu de limpieza comunitaria se apagó y decidí barrer todo, menos eso. Durante un tiempo, el tamaño de esos montoncitos creció aunque yo seguía barriendo el resto de la banqueta y una buena sección de la calle.

Hoy fue un día distinto, salí y la mañana era linda, los buenos días cruzaban de un lado a otro de la calle, buenos deseos llegaron desde distintas casas y yo...yo decidí hacer mi buena obra del día: barrí la calle, con todo y montoncito de tierra.
Tal vez ella experimente una sensación de paz o bienestar y ni siquiera sepa la causa, tal vez sí lo note y esta semana viva más tranquila, o tal vez no le importe y sólo piense que por fin me digné a barrer la calle. Yo sólo deseo su bienestar. Mi vecina me cae muy bien, realmente la aprecio, era sólo ese detalle la única mancha en nuestro espectro, ahora no existe. El mundo es un mejor lugar, la armonía navideña fluye por esta calle y quizá nadie llegue a saber la causa.

12.12.07

Matutina

Lo mejor de pasar una mañana a solas era tener la certeza de que nadie interrumpiría esa soledad. Una vez que escuchaba el portazo tenía cerca de seis horas para ella, podía disponer de ese tiempo como se le diera la gana. Podía decidir no hacer nada y no había ningún problema. Podía, incluso, pasar la mañana sin salir de la cama o caminar desnuda por la casa, observar por la ventana y tomar un café o dos o más sin recibir regaños, comer lo que le diera la gana o no comer, abrir una lata de chile y disfrutarla a cucharadas si así lo deseaba o abrir una caja de galletas y no comer ninguna, podía, incluso, escuchar música, cuánto extrañaba escuchar música. Así, en soledad, nadie criticaba sus gustos, sus apariencia, su peso, su ignorancia, su color de uñas. Casi nunca dedicaba esas horas a curar las heridas, ésas seguirían ahí o volverían a aparecer a pesar de lo que hiciera, entonces, durante esas horas, prefería ignorarlas.

10.12.07

La rata ha muerto.

8.12.07

Tono gris

Aún respira. Con cierto morbo observo su cuerpo tendido sobre la placa. Inhala y exhala lentamente, quizá mi presencia provocó el sobresalto. Podría esperar a que dejara de hacerlo, observar desde lo alto, mientras me detengo en los detalles de su cuerpo, pero no lo hago. Tomo una fotografía. Salgo de la habitación y cierro la puerta. Esperaré a que muera. Regresaré mañana a registrar el suceso.

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