La lluvia no se detiene, al contrario, renueva su caída sobre esta sedienta ciudad y sus habitantes se esconden, pues temen al agua. Llueve sobre techos y calles, en los jardines y los parques. En mi calle no hay gusanos, tampoco en mi jardín, y seguramente no saldría a aplastar ninguno cuando la lluvia decidiera parar. Saldría a caminar por la calle, pegada a la orilla, caminaría por el agua, chapaleando y escuchando. El agua se detiene y no hay gusanos.
El agua cae sobre esta ciudad y derriba árboles que caen sobre autos, como lluvia, los árboles caen y descansan sobre una calle y yo me acerco porque quiero ver cómo es que se ve un árbol tendido bajo la lluvia, el árbol dice: estoy cansado de estar de pie, quiero dormir un poco, y se recuesta; y en su sueño no se da cuenta que cae sobre un auto y el sueño se convierte en una pesadilla, la pesadilla de alguien que no soy yo, tampoco es éste el sueño del árbol. Él descansa y yo acudo a velar su sueño. Él descansa y sueña que se ha convertido en lluvia, yo le acompaño, mientra lo veo dormir. El árbol se ha tendido, duerme sobre el pavimento, ahora esta calle ha quedado desnuda de él y su sombra, como yo, que camino bajo el agua, después de soñar que me convertía en una sábana tendida al sol tras una noche de lluvia.
31.7.07
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4 comentarios:
Tuve que ponerme a destapar la alcantarilla que desagua la col. Nacameri. Junto con otros cinco individuos que veían cómo el agua se metía a sus cocinas nos pusimos a retirar botellas de plàstico, bolsas, ramas, papeles y otras cosas que taponean la salida del agua y provocan la inundación. Fuera de eso: ¡¡Viva la lluvia!!!
Me encanta la lluvia. Me encanta caminar zigzagueando las calles mojadas. La lluvia me trae hermosísimos recuerdos de mi niñez.
Sólo un año, pero tantas lluvias, las únicas lluvias de aquel 2002 me sorprendieron en pleno desierto, en la calle, empapado, enfurruñado de una risa guardada... me empapé en los únicos aguaceros que pasé en Hermosillo. El milagro de la lluvia en ese hermoso desierto es epifanía de esperanza. Además, fue como un bautizo, un entrar de lleno a eso al desierto.
Sueña entonces el árbol con descanzar su ser, un sueño de desierto me ha despertado tu post, un sueño... un cielo para cada uno (aunque parezca el mismo).
S� la lluvia nos renueva, como si nos trajera a nosotros mismos cargando con ella. Antes viv�a en una colonia en donde las calles se convert�an en rios y los ni�os corr�an a meterse al agua, mientras algunos adultos les gritaban que no, que no se metieran, que el agua estaba sucia y se iban a enfermar, cuando en el fondo se mor�an de ganas de quitarse los zapatos y mojarse aunque sea los pies.
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