29.6.10

Nos vamos

Haremos maletas y nos vamos a trabajar en lo que más me gusta. Ellas me acompañan y quizá aprovechen para tomar el sol y pasear por ahí. Siempre les escribo para contarles lo que veo y cuánto me gustaría que pudiéramos caminar por la orilla del mar o ver ese atardecer juntas. Cruzaremos el mar, la península, el mar, nos adentraremos en el corazón de la Tierra para ver los acantilados y respirar el viento de los rarámuris. Vamos a encontrarnos con nosotras, con los demás. Vamos a dar y recibir abrazos, a desear buena suerte a la familia que se aventura a la tierra de los tulipanes y el queso. Sabemos que les irá bien, sólo queremos darles ese abrazo con nuestros buenos deseos. Sí, nos vamos. El dilema ahora es: cómo llevar sólo 15 kg de equipaje cuando nos espera tanto.

22.6.10

Escuchar lalala lalala

El silencio particular de mi casa, el pájaro carpintero, el móvil que baila y canta, el susurro del viento entre las ramas que no alcanzo a ver, el agua que sale por la regadera, el gruñido de Ani al despertar. Estos sonidos cotidianos, me recuerdan que estoy aqui. Lo sé, no es nada nuevo, es sólo que hoy esta simple acción cobra un sentido nuevo. Percibo el mundo a través de los sentidos, me permiten apreciar lo que en él existe. Hoy escucho lo familar y eso me hace feliz, creo que volveré a oír como lo hacía antes. Después de un día de tres estupendos buceos, regresé a casa con un poco de dolor en la garganta para variar no le hice mucho caso y al día siguiente creí que mi oído iba a reventar. Como tenía que emprender una gira por el estado y sus alrededores cercanos y lejanos, solo atiné a pasar por una farmacia antes de salir y comprar pastillas desinflamantes.  Creí que en uno o dos días el dolor sería un recuerdo. Error. El dolor, como suele suceder con todos los dolores, era sólo un aviso de que algo estaba por ponerse peor, y así fue, y como decidí no tomarlo muy en cuenta y no escuchar su sabia advertencia, ese dolor se convirtió en algo que inflamó, punzó, tapó, se llevó el sonido lejos, muy lejos y en su lugar dejó un zumbido que me acompaña desde hace más de una semana.  Pero hoy, hoy, queridos amigos, parece que el sonido vuelve de donde andaba y yo podre dejar de leer los labios y de repetir frases como éstas: me puedes repetir, por favor, ¿qué?, ¿sí?, habla un poco más fuerte, no escucho bien.

tralala lalala lalala

21.6.10

Crack

Ayer fui testigo del el momento preciso en que un tipo perdía a su esposa en una tienda de ropa. No, no se entienda mal, no me refiero a que no la encontraba sino a que no la volverá a encontrar. Se veía que ya habían recorrido varios pasillos, o varias tiendas, y no aparecía lo que estaban buscando. Así que él se adelantó un poco y cuando llegó a la sección de tallas extras, escuché que gritó: Acá está la ropa para gordas, busca aquí. Ella no dijo nada, pero por la forma en que lo miró supe que esa relación pasaba a mejor vida. Casi pude escuchar Mondúber como música de fondo.

17.6.10

SCJN: ¡Qué vergüenza!

Los Ministros de la SCJN consideran que no están facultados para deslindar responsabilidades en el caso del incendio en la Guardería ABC, aunque admiten que hubo claras violaciones a las garantías individuales de los 49 niños fallecidos y los más de 70 pequeños que quedaron con lesiones graves que marcarán su vida.

Yo siento vergüenza por los once individuos que tienen como responsabilidad ministrar la justicia en este país y en quienes los padres, y el país completo, confió.

El Presidente Calderón hace una campaña justificando las acciones que emprenden contra el crimen organizado y yo le digo que siento vergüenza por su hipocresía, servilismo y pocos huevos.

A partir de ayer, este país no es el mismo. Las autoridades han perdido la credibilidad de un país entero y no habrá quien nos haga creer en su discurso vacío. Lo único que les queda es renunciar porque no hay forma de justificar su permanecia en la SCJN.

14.6.10

Justicia en México

Hoy inicia la discusión en la SCJN sobre el caso de la Gurdería ABC. Es un día importante. Esta discusión podría demostrar que en este país la ley tiene un valor, y que si se violan las garantías individuales, se hará justicia.

Imagino qué sería de nuestra vida si una de mis hijas hubiera estado ahí y sólo puedo admirar la fortaleza de los padres, la solidaridad de los integrantes del M5J, el deseo de justicia que va más allá de la aceptación de la pérdida.

Los padres de los niños afectados en el incendio seguramente se encuentran ahí, escuchando a los ministros deliberar sobre el expediente que se ha constituído a base de pruebas y análisis.

Quiero decir No están solos y que éste mensaje vuele hasta donde cada uno de ellos esté y les haga saber cuánto nos importan.

9.6.10

Literatura portátil

I

La tarde frente al mar, hablar de la vida. Encontrar palabras para hablar de lo cotidiano mientras el sol desaparece y la marea sube. El tiempo no se detiene y en la playa aparece la imagen de ese libro, un hombre que intenta plasmar el principio del mar. Un gran encuentro.

II

Desde la pared, esas imágenes contaban historias salidas del imaginario literario de los espectadores; los personajes intercambian opiniones desde su lugar en la pared. Bartleby dice que preferiría no responder a esa pregunta de Cortázar; Pessoa  busca el rostro de la mujer que da la espalda; tímidamente, Kafka observa desde la orilla y cuenta alguna anécdota de la casa Gregorio.

III

Kafka está ahí, tan tímido, tan a la expectativa que pensé: lo quiero. Vamos, le dije, y él respondió que eso era imposible. Creí leer una nota que decía vendido, así que fueron unas sábanas revueltas las que imaginé en mi pared. Esa cama contaba una historia, otra historia, y yo quería escucharla ¿quién estuvo ahí? ¿dónde está ahora? ¿qué recuerdos guardan las sábanas? Quiero escuchar la historia de esa cama con sábanas revueltas.

IV

Imaginé la historia de un balón a sus pies y lo traje a casa. Ahora, Kafka observa y espera el momento para contarla. Kafka junto a Kafka, excelente combinación. Las sábanas tendrán que esperar. Imagino que llego a los pies de esa cama y me recuesto sobre las sábanas, aún tibias; desde la pared, Kafka observa y el joven llamado Cuervo comienza a hablar. Yo escucho.


Venecia López, Kafka en la orilla, 2010.

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