25.8.08

El viento del verano

El verano ha traído consigo un viento de cambios. Nos ha movido de un lado a otro, nos aleja, nos acerca, nos propone, nos invita, nos lleva y trae para enseñarnos que estamos aquí sólo por un momento, nos susurra y dice que si nos soltamos y dejamos llevar, el viaje será más sencillo y, si ponemos atención, nos damos cuenta que sí, que disfrutamos el proceso.

Algunos cambios nos asustan, eso es seguro, pero también es seguro que lo que nos espera puede ser una gran aventura, y nos gustan las aventuras. Así que nos dejamos llevar por este viento sin saber a dónde nos lleva. Nos tomamos de la mano, pero no demasiado fuerte, porque el viento nos lleva con distinto ritmo y estamos preparándonos para vernos volar. Sí, nos veremos volar, seremos testigos del vuelo y viajaremos ligeros.

16.8.08

Discurso del oso

Soy el oso de los caños de la casa. Subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento, y soy el oso que va por los caños.
Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche, ando callado y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano, nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas y eso me produce una grandísima alegría.
Entonces, resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima, al verlos tan torpes y grandes, al oír cómo roncan y sueñan en voz alta y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien.

Julio Cortazar

15.8.08

Certificado de Mafaldez


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7.8.08

Lluvia

A veces sucede que los fantasmas nos descubren acechándolos bajo la lluvia, al principio fingen no haberse percatado que son observados, si nosotros seguimos ahí, entonces nos miran de frente y se acercan para contarnos un secreto al oído.





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