31.7.07

wormucking

La lluvia no se detiene, al contrario, renueva su caída sobre esta sedienta ciudad y sus habitantes se esconden, pues temen al agua. Llueve sobre techos y calles, en los jardines y los parques. En mi calle no hay gusanos, tampoco en mi jardín, y seguramente no saldría a aplastar ninguno cuando la lluvia decidiera parar. Saldría a caminar por la calle, pegada a la orilla, caminaría por el agua, chapaleando y escuchando. El agua se detiene y no hay gusanos.

El agua cae sobre esta ciudad y derriba árboles que caen sobre autos, como lluvia, los árboles caen y descansan sobre una calle y yo me acerco porque quiero ver cómo es que se ve un árbol tendido bajo la lluvia, el árbol dice: estoy cansado de estar de pie, quiero dormir un poco, y se recuesta; y en su sueño no se da cuenta que cae sobre un auto y el sueño se convierte en una pesadilla, la pesadilla de alguien que no soy yo, tampoco es éste el sueño del árbol. Él descansa y yo acudo a velar su sueño. Él descansa y sueña que se ha convertido en lluvia, yo le acompaño, mientra lo veo dormir. El árbol se ha tendido, duerme sobre el pavimento, ahora esta calle ha quedado desnuda de él y su sombra, como yo, que camino bajo el agua, después de soñar que me convertía en una sábana tendida al sol tras una noche de lluvia.

26.7.07

Lluvia

Extiendo los brazos para sentir las primeras gotas de lluvia, los abro completamente y el agua toca mis brazos desnudos. No hay más agua que ésta, no hay otro momento que éste. Lentamente me despojo de cada prenda y dejo el agua recorrer mi cuerpo, es líquida la piel. Me disuelvo, me convierto en agua, lluevo sobre ti.

21.7.07

S.R.

No sólo estoy, estoy listo y dispuesto a estar.

Sergio Rascón

18.7.07

Un vestido

Acompáñame, sólo nos tomará un momento, le dijo. Ella bajó del auto y lo siguió. Mientras él buscaba una llave escondida entre las macetas del porche, ella detuvo su mirada en los árboles junto a la entrada de la casa, parecían viejos, la mecedora junto a la puerta llamó su atención, su abuela tenía una similar. Tal vez las historias que él le contaba eran tan sentidas que de alguna manera le llevaron a imaginar el lugar exactamente como era, le resultaba familiar. Recordaba haberlo visto en una fotografía, en ese mismo lugar, años atrás, un niño vestido de vaquero, los árboles eran apenas unas ramas, apenas comenzaba a caminar y sostenía una pistola amenazando al fotógrafo. Después de mucho buscar él encontró la llave, la puerta se resistió un poco al principio, será mejor que te espere aquí, dijo ella, él la tomó de la mano y se acercó a oler su cabello, por favor, ven conmigo, dijo mientras apretaba su mano, entraron. Tras acostumbrarse a la oscuridad se sentaron en un sofá, así, a oscuras, él le contó anécdotas familiares, entre pausas, pues su voz se quebró más de una vez, ese silencio era reconfortante, estar cerca de ella le hacía bien. Le contó sobre la vez que su padre se extravió en la ciudad, cuando sus hermanos lo convencieron de que sí se podía volar con una sábana atada al cuello, cuando robaron un almanaque en el taller de la esquina y su madre los descubrió viendo aquellas mujeres desnudas, las primeras en su vida, y por estar regañándolos olvidó apagar la estufa, provocando un incendio en la cocina, por eso nos decían los quemados, le dijo, el aroma se impregnó en las paredes, los muebles y nuestra ropa por meses, ambos se rieron. En la penumbra ella alcanzó a ver algunas fotografías en las paredes, sobre una pequeña mesa, fotografías de bodas, viajes, graduaciones, quiso ver sus caras, conocerlos, se levantó a verlas, ¿puedo?, le dijo, y acercó su encendedor para apreciar los rostros, ya no soy ése, contestó él, ya no sé quién soy, simplemente no puedo, ahora no puedo. No dijo nada más, ella lo abrazó e intentó besarlo, vámonos de aquí, toda tu familia nos ve desde esas fotografías. Quiero mostrarte algo, dijo él, ven conmigo. Avanzaron por un pasillo mientras le explicaba de quién era cada cuarto, más que contarle a ella era como si hablara consigo mismo, como si intentara retener el orden que alguna vez habitó esa casa, era, más bien, como si al pronunciar los nombres de sus hermanos pudiera verlos salir de sus habitaciones, antes de que se fueran a trabajar al otro lado, antes de que la vida los fragmentara, antes de las enfermedades y la muerte de su padre, antes de que él sintiera esa angustia, antes, antes de la muerte, antes de lo que ahora sucedía, cuando todo estaba bien y la vida no le había arrebatado ningún sueño. Abrió una puerta al final del pasillo y salieron a un patio y el sol les lastimó los ojos, subieron unas escaleras de madera y entraron a un lugar lleno de máquinas, hilos de varios colores, oscuros casi todos, aroma a polvo y aceite. Quería que conocieras este lugar, le dijo, éste es el lugar en donde me sentía seguro, me escondía detrás de las cajas y veía a todos trabajar, escuchar el sonido de las máquinas tejedoras me arrullaba, algunas veces me despertaron ya de noche, dormido sobre los carretes de lana, yo me sentía seguro en este lugar. Entonces todo estaba bien. Se abrazaron e hicieron el amor. Por una tarde, el mundo, su vida, aparentaba tener un orden. Cuando bajaron parecían haber olvidado el motivo que los llevó a la casa, la misma casa, la oscuridad. Entraron a la habitación, él corrió la cortina para dejar pasar la luz, miró cada objeto como si en esa mirada se revelaran las historias, los secretos, que su madre guardaba. ¿Qué color le gustaba a tu mamá?, preguntó ella. Él no contestó, en cambio, se dirigió al armario y abrió la puerta, en silencio revisó entre la ropa. Este vestido estará bien, era un vestido de diario, no lo usaba en ocasiones especiales, pero alguna vez me dijo que tenía magia, siempre que se lo ponía algo bueno sucedía, algo en ese vestido le hacía feliz. Se sentó en la cama, sosteniendo el vestido mientras ella buscaba alguna maleta en donde llevar las cosas. No sé si mi madre será feliz ahora, no lo sé. No sé qué va a suceder ahora. Quizá este vestido ayude un poco, dijo ella. Quizá, contestó él, quizá yo quiero creer que así será. Vamos, buscaré unos aretes y unos zapatos, en la funeraria nos esperan.

10.7.07

El Juego

Me invita Nacho http://humphreybloggart.blogspot.com/ a unirme a este juego que suena a una mezcla de “verdad o reto” y “pásala, pásala...pásala, pásala”

REGLAS:
1. Cada jugador(a) comienza con un listado de 8 cosas sobre sí mismo.
2. Tiene que escribir en su blog esas ocho cosas, junto con las reglas del juego.
3. Tiene que seleccionar a 8 personas más para invitarlos a jugar y anotar sus blogs/nombres.
4. Hay que dejar un comentario en sus blogs para avisarles que han sido invitados a participar, refiriendo al post de tu blog: "El Juego".

Aquí van ocho cosas sobre mí, aunque puedo contarles algunas más, igualmente intrascendentes.

1. El mar es todo. Sentarme en una playa y ver el mar, es genial, pero hay algo todavía mejor: bucear. No hay nada mejor, bueno, casi nada.

2. Hace siete años que inicié la carrera de Letras, al paso que voy me faltan dos años más, terminaré siendo parte del inventario de la escuela, a menos que consiga un buen trabajo vespertino que me permita ir a clases por la mañana.

3. Me gusta caminar, cualquier espacio sin calles ni banquetas es la primera opción: campo, playa, cerros, desierto; si la caminata es en la ciudad, prefiero que sea de noche.

4. Odio las cucarachas. Simplemente es algo fuera de mi control. Quien me ha visto saltar cuando diviso una cucaracha, por su caminar nervioso o un destello de sus alas, puede comprobar que digo la verdad. Cuando vuelan, no respondo.

5. No sé contar chistes, pero disfruto enormemente que me hagan reír.

6. A veces me da por comer barro, no cualquier barro, tiene que ser un barro dulce, suave, que tenga sabor a lugar bajo las sombras, a río, a lluvia.

7. Me da miedo ir al dentista, podrían torturarme con una grabación del sonido que se escucha detrás de la puerta mientras le perforan las muelas a alguien más y yo sólo puedo pensar que soy la siguiente víctima.

8. Me gusta que me cuenten cuentos, historias, será por eso que voy a todas las funciones de cuenta cuentos y al cine por la noche, para que alguien me cuente un cuento antes de dormir.

Ahora la invitación es para:

1. Marielos http://dejeusted.blogspot.com/
2. Franco http://harveyoswald.blogspot.com/
3. Omar http://laroturaconstantedelascosas.blogspot.com/
4. Manuel http://www.dondevaparartodanariz.blogspot.com/
5. Letty http://pleiade.lunasexta.org/
6. Martín http://www.elmismisimo.blogspot.com/
7. Raúl http://quieneselsanto.blogspot.com/
8. Irahí http://www.julianas-muffin.blogspot.com/

Espero que no los hayan invitado ya, otros blogs que suelo visitar ya están jugando.

5.7.07

Intercambio

En el fondo del cajón queda aún un sobre pequeño. Lo tomo, es lo último que queda por revisar. Intento poner un poco de orden en este cajón, el cajón de las fotografías, las que ya no caben en los álbums, las que se han tomado en los últimos cuatro años. Tengo un baúl lleno de álbums fotográficos, ya no cabe ni uno más. La última vez que hice esto pasé casi un mes clasificando fotografías, varias veces tuve que salir a comprar álbums para colocarlas. Revisar y organizar los últimos diez años de mi vida no fue fácil. Ahora lo intento de nuevo, cuatro años no es tanto tiempo, tampoco son tantas fotografías, cerca de 40 sobres, el resto está en la computadora. Casi no aparezco en ellas, soy yo quien toma las fotos. Regreso al sobre, lo abro. Una colección de fotografías tamaño infantil se me escapa entre las manos. Años de escuela en mis manos. Muchos años.

/ ¿Me das una foto? Si tú me das una tuya. / ¿Le pides una foto a X y me la das? / Tengo fotos tuyas desde primero de secundaria, nada más me falta ésta. / Te cambio una de X por una de Y. / Escríbele algo atrás, así nadie pensará que te la robé. / Para una gran amiga. Te estimo como a nadie. PD. Tú también acuérdate del día de las inscripciones. / Para Lorena con mucho cariño. / Ojalá seamos amigas siempre. / Amiga, te quiero. / Para Lorena / Para Lorena. Recuerdo del día que no quisiste ser mi novia. / Votas por la planilla roja. / Recuerdo de nuestro último año de secundaria. / Recuerdo de mí para ti. /.../

Ya no los recordaba: Nora, aquella amiga que estaba enamorada de mi novio de preparatoria. Izcoátl, siempre nos hacía reír. Ubaldo, tenía gustos extraños. Jesús, estaba muy guapo y aún tenía cabello, era mi mejor amigo en la universidad. Valverde, caminaba con él de regreso de la prepa, vivíamos a una cuadra, en las noches iba a la casa y jugábamos yexes. Fabiola y Marcela, mis amigas, las de las pintas, los viajes, el basquet, el chinchilagua, brincarnos las bardas, los mejores tiempos, los mejores. Patty, no puedo creer que ya no esté. Zazo, sonriente. Sergio, nos decíamos hermanitos, yo creo que nos gustábamos. Sergio, otro, una vez se tiró uno en clase de música. Eva, no sé que ha sido de ella. Pedro, el primer niño que me pidió que fuera su novia, le dije que sí y nunca nos volvimos a hablar; me robé su foto del archivo. Brissia, mi amiga. Marco, se parecía al Conde Contar. Gela, siempre quiso ser doctora. Gaby, mi amiga de la infancia, se fue a vivir a México, cuando regresó ya no pudimos ser amigas como antes. Lidia, Graciela, Ana, Arturo...no sé cómo cabe tanto en un sobre tan simple.

Acrobatas Japoneses

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